Por eso es que hay que ocuparse de los problemas reales en lugar de andar perdiendo el tiempo en pretender quitarnos también el escudo, maniobra ínfima que no favorece a la ciudad y podría encender la chispa latente, y el León Rampante rugirá despertando a todos
Sumamente honorables concejales oficialistas declinan considerar en estos días aspectos ciudadanos como seguridad, mantenimiento, transporte, abastecimiento, salubridad, etc., pues parece mas urgente cambiar el escudo de Caracas traído por Don Simón de Bolívar (antepasado directo del Libertador) sin importar los gastos de tramitación, papelería, logos, escudos, sellos, membretes, etc. que eso implica; ordenar ¡Fuera! al león -como hizo el comandante supremo con el potente silbato que despojó de empleo a miles de trabajadores de la industria petrolera- y suplantarlo por la gorra roja y el par de ojos ese, que parece acecharnos por todas partes.
Puede que la industria petrolera vaya palo abajo y no produzca ingresos para cubrir las necesidades económicas de millones de no-enchufados, pero donde no ahorra euros ni dólares es en el Mal-donado monto delirante con que se premia a un Pastor que deambula por las pistas de carrera internacionales, chocando cuanto puede, con la certeza de que cobrará bien de todos modos, como muchos, pues no es el único premiado, sin tener que rendir cuenta por sumas que servirían para -por decir algo- cubrir el costo de simples medicinas que nuestra moneda adjetivada ¿burlonamente? “fuerte” no puede producir o importar.
Pero no hay que juzgar mal a los concejales o a cualquier onerosamente enchufado, quienes a lo mejor piensan que las colas para comprar medicinas o comida son magníficas para broncearse al sol por horas sin ir a la playa, hidratarse con un duchazo si llueve, admirar el amanecer tras el madrugonazo, ser testigos de algún saqueo, protesta o incluso participar, o ser un eslabón de la cadena de ese novedoso capitalismo dominado por el verbo “bachaquear”, que es un singular aporte gramatical al léxico común.
Lo que pasa es que la gente se cansa de colas y de repente se enciende la chispa. Como pasó en Zimbawe. Allá tienen un montón de años calándose su dictadura, se la pasan atropellando gente, y el mundo no dice gran cosa pero, fuera de la reserva un cazador mató a Cecil , un león mansito, querido, fotogénico, y fíjense la que se armó en todas partes, a pesar de que seguro ahí cazan leones, que si no no estarían en extinción.
Por eso es que hay que ocuparse de los problemas reales en lugar de andar perdiendo el tiempo en pretender quitarnos también el escudo, maniobra ínfima que no favorece a la ciudad y podría encender la chispa latente, y el León Rampante rugirá despertando a todos...
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