domingo, 14 de junio de 2020

Ana Frank: Los ecos de un confinamiento

JORGE SIERRA BEJARANO / IDEAS EN LIBERTAD 13JUN2020
Quiero seguir viviendo, aun después de mi muerte. Por eso le estoy agradecida a Dios, que, desde mi nacimiento, me dio una posibilidad: la de desarrollarme y escribir, es decir, la de expresar todo cuanto acontece en mí.

Ana Frank

El impacto es abrumador. El Diario de Ana Frank ha sido traducido a cientos de idiomas, miles de ediciones en millones de copias. Es unos de los libros de mayor impacto desde el siglo XX hasta nuestros días. Pocas veces, el relato de una breve y joven vida, ha dejado tal huella. Es la impresión  cultural que produjo la cotidianidad del confinamiento de una niña judía adolescente. Pocas figuras a lo largo de la historia han logrado la empatía y la inspiración en tantas personas, resumidas desde la devoción hasta la negación y abominación.

La vida de Ana Frank nos enfrenta con el breve lapso de su vida, en una conexión personal que solo logran figuras notables. Esta empatía viene de la cotidianidad del confinamiento en uno de los periodos más oscuros de la humanidad. Del mismo, la adolescente judía deja testimonio en este diario personal, escrito en Holanda bajo la ocupación nacional socialista alemana, durante la segunda guerra mundial. Allí, se protegían ella y su familia, de un destino fatal.

Annelis (Ana) Marie Frank nace el 12 de junio de 1929 en Frankfurt, Alemania. Hace dos días a la publicación de este ensayo,  se cumplieron 91 años de esta fecha. Lamentablemente su destino fue sellado, faltando apenas un par de semanas a la liberación por parte de los británicos del campo de concentración de Bergen-Belsen, en abril de 1945. Así los hechos: tras una marcha mortal junto a su familia, forzada por las SS, para la evacuación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau debido al avance soviético, donde había muerto tan sólo unos meses atrás su madre Edith, el 6 de enero de 1945.

En el verano de 1947 el diario es publicado en Holanda, dentro de los primeros años, alcanzó rápidamente múltiples ediciones y traducciones del original en holandés, alcanzando pronto una amplia difusión, a través de obras de teatro y películas.

No fue hasta unos años después que el impacto de su diario marcó una generación nacida bajo el signo de la guerra. Cabe recordar que el campo había sido quemado por los británicos para evitar la propagación de enfermedades debido a las condiciones sanitarias del lugar. Para fecha de 1950, aun cuando el lugar del campo de concentración había sido nombrado monumento (Gedenkstätte), no tenía ninguna señalización o información a los visitantes del sitio de los crímenes allí cometidos.

El 17 de marzo de 1957 un grupo de alemanes, estudiantes de secundaria y jóvenes trabajadores, sensibilizados por una obra de teatro sobre el diario, viajaron desde Hamburgo, en autobuses, carros particulares y bicicletas para visitar el campo de concentración de Bergen-Belsen y así rendir tributo a Ana Frank. Todos estos jóvenes habían nacido bajo la guerra, muchos de ellos  pertenecían a los sindicatos de trabajadores de Hamburgo, los cuales también habían sido perseguidos y asesinados por el régimen nacional socialista alemán.




La mayoría de los visitantes al campo de ese 17 de marzo de 1957 lucían trajes negros en señal de respeto y luto. Un sacerdote cristiano elevó una oración y un joven judío recitó la Kadish, una oración que se reza solo en público en nombre de la vida los fallecidos. No estaban marcadas las lápidas, entonces los visitantes dejaron flores en las fosas comunes. Con este gesto, rendir tributo a Ana Frank se convirtió en un homenaje y recordatorio a todas las víctimas de Bergen-Belsen.

En este punto hay que recordar que los que perpetraron los crímenes del Holocausto fueron hombres comunes, que, impulsados por el odio, cometieron los peores crímenes. De hecho, aquí yace el problema central del holocausto: si los crímenes hubiesen sido cometidos por seres distintos al resto de nosotros, sería más fácil atribuirlo a la falta de humanidad y así dar por sentado el problema. Pero nada mas alejado de la verdad. Es por ello que nuestro deber es prevenir y recordar. El Holocausto es el punto más extremo de la maldad, alimentado por la alienación y autodestrucción.  Recordarlo y hablar sobre él, para la memoria y la sensibilidad no nos vuelvan a fallar.

Dejemos que sea la propia Ana, quien nos hable de la esperanza, para conectarnos así con su memoria, tal como se ha conectado con los ecos de su obra, millones de hombres y mujeres durante estos últimos 70 años:

Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre. Me es absolutamente imposible construirlo todo sobre una base de muerte, miseria y confusión. Veo el mundo progresivamente transformado en desierto; oigo, cada vez más fuerte, el fragor del trueno que se acerca, y que anuncia tal vez nuestra muerte; me compadezco del dolor de millones de personas; y, sin embargo, cuando miro el cielo, pienso que todo eso cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta estos días despiadados tendrán fin, y que el mundo conocerá de nuevo el orden, el reposo y la paz.[1]

Referencias
[1] Anna Frank, El diario de Ana Frank, p. 145
Imágenes:
https://www.tes.com/lessons/AzQ5G6Gxlc9v5Q/the-diary-of-anne-frank
Hidden Pages in Anne Frank’s Diary Deciphered After 75 Years
http://www.bergenbelsen.co.uk/
Visitors lay flowers at the site of Mass Grave 5
Tomada de: Ideas en Libertad

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