GEISON DAVID VALLES / IDEAS EN LIBERTAD 28JUN2020
El coronavirus presenta los horizontes de una nueva realidad postpandemia. Para algunos como Zizek, de gran influencia mediática, la pandemia marca la muerte del sistema capitalista. Entre estas opiniones y consideraciones de propios y extraños, la pandemia como lo señala la Organización Mundial de la Salud tiene características nuevas que facilitan su rápido contagio a todo el globo. Debido a esto, toma la resolución 1308, que sirvió para combatir la propagación del sida y la 2177 concebida para luchar contra el ébola. Dichos protocolos son los que se aplicarán para combatir la nueva amenaza viral y su rápida diseminación. Entramos a la sociedad pandémica
En este escenario, la manipulación de la información merece un amplio estudio, especialmente ante la propagación y rápida difusión de las llamadas fake news que buscan crear el pánico colectivo, que generan incluso desastres peores que el virus mismo. Este tipo de noticias son a veces concebidas desde el propio Estado como herramienta de supervisión y control social. La red se ha convertido en un flujo incontrolable de noticias verdaderas y falsas, desde la carrera por la vacuna por varios países hasta la manipulación en las redes sociales. Controlar la información, parece ser el principio dentro de la densidad de datos de la web. Esta acción para controlar es a lo que el profesor Miklos Luckacs de Pereny llama tiranía de los algoritmos. En ella Google es el gran gurú, a quien todo se le consulta y el que todo conoce por cada click, cada like que damos, producto de nuestra decisión y selección. Facebook y ahora la aplicación Tik-tok por citar solo dos redes, son además de dominio público, ejemplos de lo anterior.
Es importante no acarrear toda la culpa al coronavirus, pues ya en nuestra sociedad la idea de la información como forma de control social viene siendo utilizada desde hace tiempo. Hecho que se facilita en una sociedad de consumo de masas. A la par, no podemos ignorar también que muchas de estas ideas buscan crear en el fondo desconfianza en la tecnología, lo que anima además acciones y actitudes paranoicas dentro de la población.
Tenemos así el modelo aplicado en China, cuyas leyes herméticas obligan a las empresas a entregar la información que el estado considere estratégica, por ser parte de sus atribuciones en el tema de “seguridad de estado”. Es el caso de la app tik-tok de Bite Dance y de Wechat, una de las aplicaciones más populares en China, Esta compañía (Wechat) ahorra mucho tiempo y dinero al Partido Comunista Chino (PCC), con más de 1200 millones de usuarios activos para principios del 2020. Funciona como plataforma de noticias oficiales, medio de identificación, billetera electrónica y almacén de información. Todo eso sumado a la nueva red 5G la cual hace que toda la información se maneje en tiempo real, con una capacidad de transferencia que alcanza topes de 20 gigabites por segundo, facilitando mantener el control de las acciones de las personas en tiempo real incluyendo los castigos de manera remota al ser bloqueadas todas sus funciones por la red.
El manejo de información se facilita por un intercambio de tecnología entre el gigante asiático y Bill Gates que encuentra en el PCC un inusual aliado por tener intereses en común por el uso de la tecnología que van desde 1994, donde se reúne con Jiang Zemin (Presidente de China 1993-2003) para negociar intercambio tecnológico. Al respecto, surgen muchas teorías e interrogantes.
La visión de sociedades mediadas por IA no solo es común entre los metacapitalistas tecnológicos estadounidenses sino que encuentra en el Partido Comunista Chino un sorprendente aliado… ambos acérrimos enemigos de la democracia[1]
Los algoritmos de vigilancia se basan como vemos en la supervisión de la vida cotidiana de millones de personas. De esta forma, los estados y grupos enemigos de la democracia imponen su visión de progreso. Todo lo importante de la esencia humana queda sujeto a la moral del algoritmo.
La Venezuela del 2020 forma parte de todo esto. El llamado carnet de la patria es un buen ejemplo de instrumento de control. Al poseer los datos personales de los ciudadanos se ejecuta a partir de él las encuestas que se utilizan para dar una data de los síntomas en el caso de la pandemia igualmente pasa con la data de los vehículos para el control de la gasolinsa. Estos intentos de supervisión y control traen consigo los programas de adoctrinamiento respecttivo. Esto es evidente en los portales web educativos, en donde se insiste una vez más en los “logros” del estado y la “guerra económica”.
Para el venezolano la realidad es otra. Hoy Venezuela se encuentra bajo la crisis humanitaria compleja, con interrogantes a las que el estado no le da respuesta por considerar que son campañas opositoras. Es un hecho, que se vale de la represión y del monitoreo de internet para hace valer la “ley”, restringiendo severamente la libertad de opinión en los medios venezolanos.
El aislamiento social por la pandemia del coronavirus trae consigo en el caso de los estados no democráticos, el caldo de cultivo perfecto para las prácticas de vigilancia y control. En ellas, la supervisión digital se convierte en una de las más poderosas herramientas. A pesar de estos intentos, lo que si no está en duda, es que la pandemia permitió que la dinámica productiva se reinventara, con el llamado teletrabajo, los envíos a casa, las compras, servicios y educación on line o asíncrona por Internet. Estas posibilidades permiten la creación y el mantenimiento de fuentes de empleo desde el hogar, evitando que el aparato productivo de una nación se detenga. El capitalismo como vemos logró y logra adaptarse con rapidez a los retos de la sociedad pandémica y postpandémica. En este entorno ¿será la vigilancia digital y los algoritmos parte fundamental de la sociedad después de la pandemia?
Referencias
[1]Pandemonium / La tiranía de los algoritmos, por Miklos Lukacs de Pereny https://www.actuall.com/democracia/pandemonium-la-tirania-de-los-algoritmos-por-miklos-lukacs-de-pereny/
Imagen: obra “Eye of the Beholder” de Maurits Cornelis Escher
Tomada de: Ideas en Libertad
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