LEONARDO OSORIO BOHÓRQUEZ / Ideas en Libertad 21jun2020
Los recientes hechos ocurridos en la operación Gedeón, acción emprendida supuestamente por mercenarios con el fin de deponer a Maduro por medio de la fuerza y contratados por el gobierno interino representado por Juan Guaidó, ha generado grandes debates en el seno de la oposición. No es el propósito de este escrito dilucidar la veracidad de estos acontecimientos, del cual no hay claridad hasta ahora.
El punto es que diversos analistas se han basado en ese fallido intento para una vez más plantear la imposibilidad de cualquier vía que no sea el diálogo y la negociación para lograr la transición. Es curioso como hablan sin eufemismos del fracaso de las incursiones armadas, exigen la renuncia de los proponentes de tales acciones, pero reivindican constantemente los diálogos que han fallado desde hace mucho más tiempo en el país.
Unos fracasos al parecer son más tolerables que otros. En Venezuela ha habido diálogos y mesas de negociación desde el 2002 después de los oscuros sucesos del 11 de abril. A partir de entonces, hasta el último diálogo conocido con intermediación de Noruega, ninguno ha logrado el objetivo fundamental de deponer al gobierno o lograr la transición,[1] su éxito según algunos, ha estado en el hecho de poner al descubierto el talante autoritario del chavismo.
Esto es algo que ya ha sido demostrado desde hace tiempo, por ello acudir a otro diálogo bajo esa premisa es intrascendente. Está claro que el gobierno tiene sus aliados internacionales bien consolidados, en su mayoría Estados autoritarios y totalitarios como Rusia, China, Irán y Cuba, poco le importa el reconocimiento por parte de otros gobiernos democráticos. Ha establecido su propio bloque de poder internacional desde la época de Chávez el cual no es fácil de quebrar.
El problema no es en sí mismo dialogar o buscar acuerdos, esto es parte inherente a la política, incluso las guerras terminan en un proceso de negociación. El asunto es como lograr que ese diálogo finalmente de resultados. Este punto no lo han logrado explicar los defensores de una salida concertada. Desde hace tiempo el gobierno ha dejado claro que no va a ceder de manera pacífica el poder político, incluso en medio de las negociaciones nunca ha dejado de reprimir y encarcelar opositores.
Entonces no se puede ser tan ingenuo en pensar que el gobierno desea negociar su salida del poder, sobre todo cuando quienes promueven el diálogo se niegan a emprender toda acción armada. Su primera justificación para ir a una nueva ronda de negociaciones es argumentar que no tienen armas para combatir al chavismo. Mostrar debilidad e incapacidad al entrar a dialogar es absurdo sobre todo cuando se está en frente de un régimen totalitario.
Aun cuando sea cierto que la oposición no posee ningún cuerpo armado para enfrentar al gobierno, no se puede negar la posibilidad de construirlo como última salida a la crisis. Pero los partidos políticos se han negado a toda acción armada y prevalecen las llamadas salidas institucionales difíciles de materializar en un país sin instituciones. Por eso el diálogo, la negociación y las elecciones han sido las vías predilectas para lograr una solución.
Esta sería la solución ideal, nadie lo niega, pero no se debe confundir deseos con realidades. De cara a la opinión pública los diálogos han sido infructuosos y solo le dan tiempo al gobierno para seguir en el poder. A tal punto llega el rechazo de la población, que los miembros de la oposición han negado acercamientos con el oficialismo que luego han terminado por reconocer.
Einstein definía la locura como el hacer lo mismo una y otra vez y esperar un diferente resultado. Este parece ser el mal de la oposición, cada vez justifican un nuevo diálogo con el ingenuo deseo de conseguir una solución pacífica. Hablar de mantener la paz es un desconocimiento a la realidad de los venezolanos que mueren a diario por represión, delincuencia organizada, falta de medicinas y hambre. En gran parte es alinearse con el discurso del chavismo.
Por lo tanto, hablar de salidas pacíficas aun cuando una negociación tuviera éxito es desconocer todo lo que ha sucedido y acontece todos los días en Venezuela. El acento actual está en alegar que Estados Unidos es quien nuevamente está colocando sobre la mesa una salida negociada.
Esto es una realidad, pero los EEUU hacen algo que la oposición no, presionan por medio de diferentes vías: sanciones económicas, precio a la cabeza de personeros del gobierno incluido Nicolás Maduro, y un despliegue militar en el caribe dirigido a atacar el narcotráfico. Para algunos, no sería descabellado pensar en una incursión armada en el país, por lo menos existe la amenaza creíble de que eso sea una posibilidad, aunque no muy probable.
Quiere decir que la negociación no se hace al margen de diferentes mecanismos de presión, incluido el posible uso de la fuerza, algo que la oposición no comprende, esto se puso en evidencia cuando se suspendieron las acciones de calle en el 2016 para sentarse a negociar con Maduro luego de que el gobierno suspendiera la convocatoria a un referéndum revocatorio presidencial, sin lograr ningún resultado en aquel momento.
La población queda desconcertada cuando un día el dirigente político de oposición Henrique Capriles llama a los venezolanos a protestar, y al día siguiente dice se sentarán a negociar con el gobierno y no habrán acciones de calle. Esto solo muestra ingenuidad por parte de la dirigencia opositora, e incapacidad de saber actuar de acuerdo a las circunstancias. Las críticas siempre son silenciadas porque atentan contra la unidad, hasta cierto punto siguen una lógica similar a la del chavismo de reprimir la disidencia interna.
Los venezolanos tienen derecho a exigir resultados a su dirigencia, aun cuando se sabe que el enemigo que tienen en frente es muy difícil de derrotar. Hasta los actuales momentos, aun con toda esa presión y los ofrecimientos de salida negociada dada por Estados Unidos al chavismo, no parecen dar ninguna señal de efectivamente estar dispuestos a entregar el poder.
Por el contrario, aumentan sus políticas represivas y de control social. Recientemente el cierre de la empresa DIRECTV en el país muestra cómo se sigue bajo una política de aislamiento sin ningún interés por el ciudadano. Eso sumado a la nueva sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que desconoce la junta directiva de la Asamblea Nacional dirigida por Juan Guaidó, y ahora el nombramiento del nuevo CNE por parte del TSJ. El gobierno siempre va hacia adelante con sus acciones políticas, y la oposición contantemente retrocede.
Poco le importa al chavismo el sufrimiento de la gente, pensar que van a entregar el poder para evitar una tragedia que ellos mismos han provocado y de la cual se aprovechan es iluso, probablemente el régimen piensa en un posible cambio político en EEUU si el candidato demócrata Biden gana las elecciones, por lo cual no ven la necesidad de entregar el poder sobre todo si Estados Unidos no hace una incursión directa en el país.
Negociar en ese contexto unas elecciones parlamentarias por ejemplo, para ver si en esta segunda gestión si cumplen lo que prometieron hacer en seis meses con la Asamblea anterior, es prácticamente capitular la rendición y la permanencia en el poder del chavismo por varios años más, tal vez hasta ver si en el 2022 se logra convocar un nuevo referéndum revocatorio.
Ofrecer en la actual situación venezolana elecciones parlamentarias a sus ciudadanos sería interpretado como el fracaso de los objetivos del cese de la usurpación. No habrá ningún ánimo para votar en ese escenario. Una oposición sin claridad de objetivos y estrategias, que acude a negociar de forma ingenua en cada ocasión sin buscar otras alternativas, no llevará a ninguna transición en Venezuela.
Por consiguiente, para que un diálogo y negociación sea exitosa el gobierno debe percibir que no tiene alternativa de permanencia en el poder, debe sentirse presionado por diferentes vías incluida una posible acción de fuerza, de lo contrario los resultados serán siempre los mismos y hasta ahora, el único que ha salido fortalecido en cada diálogo ha sido el chavismo, mientras la oposición luce cada vez más debilitada.
Referencias
[1]Para ver diferentes casos de transiciones políticas en Venezuela, véase, Hernández, Eladio. (2008). Transición en democracia (Venezuela, 1935-1999). Caracas. Universidad Central de Venezuela.
Imagen: obra “Let the Dialogue Continue” de Hugh Adam Crawford
Tomada de: Ideas en Libertad
No hay comentarios:
Publicar un comentario