lunes, 3 de agosto de 2015

El nudo gordiano del 2015

ALONSO MOLEIRO / TalCualDigital
Los chavistas saben que están derrotados. Lo que todo el mundo se pregunta es si van a saber perder
Si nos atenemos al análisis formal del desarrollo de esta etapa de la vida nacional, iniciada en 1999, podríamos afirmar, hoy, en julio de 2015, que nos acercamos a una cosa muy parecida a un momento culminante. Quizás no hemos llegado al desenlace.


Por primera vez desde 1999, el país se aproxima a una cita constitucional con el chavismo ante una posibilidad cierta de perder las elecciones y de perder poder. No había sucedido así esta entonces.

Ha sido tradición política que los chavistas han organizado los comicios de estos años persuadidos de la certeza de que obtendrían el favor popular. La Oposición se ha ilusionado con la victoria. El chavismo jamás la ha puesto en duda.

Quiere decir esto, en lo tocante a los mecanismos constitucionales, que, al menos en teoría, los chavistas deberían prepararse para perder las elecciones, y por consiguiente, la mayoría parlamentaria que hoy detentan.

La identificación política en torno al chavismo no sobrepasa hoy el 30 por ciento en ninguna encuesta del momento.  Las simpatías en torno a Maduro giran en torno a un escandaloso 19 por ciento. Es una realidad política que no luce para nada imposible, pero que, enunciada en estos términos, parece que rompiera con un tabú religioso-institucional.

Los chavistas no saben perder, porque, aunque han perdido elecciones importantes de carácter regional, al final, cierto es, no han perdido gran cosa. Perder es antidialéctico.

De forma correlativa, la crisis económica existente en Venezuela, cambiaria, fiscal, inflacionaria, acelera su endiablada marcha mientras el alto gobierno, encabezado por Maduro, y sus secuaces institucionales e informativos, presencian la circunstancia con un mutismo irresponsable y antivenezolano. Nadie gobierna en Venezuela. La brecha entre el chavismo y el país se puede ahondar en los próximos meses.

Venezuela se desgmigaja; aunque está más próximo que nunca, Diciembre sigue luciendo lejos. Las Fuerzas Armadas Venezolanas deberían tomar nota en torno a la configuración de una nueva voluntad en el país. La Constitución del 99, vulnerada por los chavistas, es muy clara en sus disposiciones y modelo de gestión. Una vez que esa voluntad se exprese, porque se va a expresar, deben respetarla y hacerla respetar.

Esta es una institución que se ha politizado hoy en exceso, que realiza en sus actos institucionales pronunciamientos políticos de carácter anticonstitucional, y que, por esa misma causa, ya no es vista con la misma simpatía por los venezolanos, de acuerdo a lo que afirman los estudios de opinión.

Las elecciones de Diciembre, que son esperadas, no sin tensión, en la región, constituyen una charada existencial para el mundo militar, y para las instituciones del chavismo, que teóricamente están obligadas a dejar expresarse con garantías y en paz la voluntad mayoritaria del pueblo. Los chavistas saben que están derrotados. Lo que todo el mundo se pregunta es si van a saber perder.

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