El camino que falta hasta el 6 de diciembre va a estar lleno de episodios como los referidos. Desde el gobierno van a seguir haciendo todo lo posible para saltarse los comicios
¿Está Nicolás Maduro y el cogollo que lo acompaña dispuesto a darle un palo a la lámpara? ¿Está la cúpula maduro-cabellista orientada a desconocer la voluntad de los venezolanos? ¿Tienen entre sus planes dar un golpe de Estado?
Las preguntas no son casuales. Responden a dos hechos ocurridos esta semana que pusieron de manifiesto, nuevamente, el escaso ADN democrático con que siempre ha contado el chavismo y que hoy es expresado de manera, si cabe, más elocuente por el gobierno bicéfalo que padece Venezuela.
En una visita que hizo esta semana al estado Miranda, el jefe del Estado afirmó que en caso de una victoria de las fuerzas democráticas, el próximo 6 de diciembre, en el país se desatarían “miles de 27 de febreros de 1989”. Agregó que si por alguna casualidad el pueblo se “confunde” y no los elige a ellos “ese día empezaría una revolución y le verían la cara a Zamora, a Simón Bolívar y a Chávez en la calle”.
Estas afirmaciones en la boca de cualquier dirigente político con algún grado de responsabilidad son graves, pero viniendo del presidente de un país son más graves todavía. Demuestran lo que ya dijimos: su escaso ADN democrático. Si cada vez que alguien pierde una elección alega que el pueblo se confundió y después de ello puede recurrir a la violencia para mantenerse en el poder, el país puede llegar a situaciones trágicas.
El segundo evento al que nos queremos referir es al rechazo del mismo Maduro de la observación electoral internacional que ha venido solicitando buena parte de la oposición. En primer lugar, la decisión sobre la materia es competencia del Consejo Nacional Electoral. Se supone que es un poder autónomo. Un poder, por cierto, creado por el “proceso”.
Ya sabemos que tal independencia solo existe en el papel. Que las cuatro rectoras son serviles a las decisiones de Miraflores, pero ante el escenario internacional debería el gobierno guardar las formas. El que no lo hagan no es casual, no es torpeza. Es sinceridad. Le están diciendo al mundo que están dispuestos a todo con tal de mantenerse en el poder.
Que les importa muy poco lo que digan los demás países. Es también una demostración de debilidad, pues si fuera verdad que cuentan con el favor de la mayoría y manejando a su antojo el ente electoral no deberían tener ningún problema en que vinieran los referidos observadores.
El camino que falta hasta el 6 de diciembre va a estar lleno de episodios como los referidos. Desde el gobierno van a seguir haciendo todo lo posible para saltarse los comicios, para alentar la abstención, para que buena parte de los venezolanos consideren inútil votar. Lo han venido intentando desde el año pasado. La reelección de Tibisay Lucena y Sandra Oblitas iba en esa dirección.
La tardanza en el anuncio de la fecha de los comicios también tenía ese objetivo. Ahora entraron en la etapa de las inhabilitaciones. Van seis pero no serán las últimas. También veremos, de nuevo, la utilización de los recursos públicos para favorecer a sus candidatos. Ya Ernesto Villegas dio una muestra de ello. Todos los recursos públicos los emplearán para tratar de torcer la voluntad popular.
No es algo nuevo, pero esta vez lo harán con más fuerza, pues así como hay escasez de muchos productos, el maduro-cabellismo tiene escasez de votos. No hace falta leer encuestas. Basta con salir a la calle y escuchar a la gente. Oir a alguien hablando a favor del gobierno es más difícil que encontrar un kilo de caraotas a precio regulado.
Nosotros a pesar de todo somos optimistas. Estamos convencidos de que el camino electoral va a dar sus frutos. A pesar de todo el panorama que acabamos de pintar, hay que insistir en llamar a votar. Es el único camino que puede permitir al país salir con bien de la grave situación en que se encuentra.
Confiamos en que quienes integran la Mesa de la Unidad sabrán afrontar este trance con inteligencia, amplitud de miras y visión de futuro. Hay que salir de esta tragedia que es el chavo-maduro-cabellismo de la mejor manera posible. Los votos en abundancia son el mejor remedio.
Cot. TalCualDigital
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