Hace un par de días, el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) informaba que entre 1999 y mayo de 2015, época dorada del castrocomunismo, en Venezuela se había registrado la dramática muerte de 252.073 venezolanos de manera violenta.
Una dantesca cifra que lleva la tasa de homicidios a 82 por cada 100.000 habitantes, siendo la tasa mundial de 22 homicidios por cada 100.000 habitantes, ubicando a Venezuela como el segundo país más violento del mundo.
Ello a pesar de que el Gobierno ha orquestado 21 planes de seguridad en sus 16 años en el poder sin resultado positivo alguno. La medida de fracaso de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en materia de seguridad ciudadana se tiene en que la rotación de los ministros del despacho (15 en 16 años) ha sido casi anual, lo cual no permite la continuidad de los programas, ni pensar en la medición y menos aún en corrección con base en resultados.
El 31 de mayo El Universal publicó una excelente entrevista que transmitiera el programa Diálogo Con por Televen con el abogado criminólogo, Fermín Mármol García, donde mostró una radiografía de las razones de la ingente criminalidad en Venezuela. Entre otros hechos relevantes explicó (1) que en el país existen unas 18 mil bandas criminales dedicadas desde al secuestro hasta el trafico de drogas. (2) Que la población delictiva que circula libremente es mayor que la reclusa (72 mil delincuentes libres vs 60 mil recluidos). (3) Que de cada 100 delitos solo se castigan seis, lo cual indica el grado de impunidad y que los delitos violentos "han arropado a la gran familia venezolana, como el asesinato, el secuestro, delitos primitivos, muy violentos. Que han hecho que el venezolano pierda calidad de vida". (4) Que la clase media es la más afectada por este flagelo. (5) Que las deficiencias no solo están en el número de efectivos que realizan los patrullajes, sino también en el déficit de funcionarios de investigación (el cual llega a 300%) y al déficit tecnológico de las instituciones preventivas. (6) Que en el venezolano se ha relajado el nivel moral y ético. (7) Que existe una falta de voluntad política para demostrar a los ciudadanos que en el país no hay intocables. Explicó que hoy los colectivos armados, los sindicatos de la construcción, las mega-bandas criminales y los pranes son intocables, y además existen micro estados que nacieron y crecieron en revolución y son intocables.
Entre sus recomendaciones para atacar el problema mencionó: (1) El rescate de la meritocracia. (2) La recomposición del presupuesto de las instituciones de seguridad del Estado, a fin de recuperar la confianza en los organismos, cosa que calificó como "una deuda pendiente del Estado". (3) Enviar un claro mensaje de que en Venezuela quien viole las leyes va a ser tratado de la misma manera. (4) Evaluar a los procesados que gozan de beneficios procesales derivados del "plan cayapa", que implementó el Ministerio de Servicios Penitenciarios y que, al igual que otros beneficios, no están sustentados en la ley. (5) Eliminar las zonas de paz, las cuales son la materialización del "Plan pacificación", practicado y fallido en Centroamérica. Indicó que no "tiene sentido haber traído este plan a Venezuela", porque la policía y el Estado han cedido espacios, y se han enfocado en "un proyecto político sin sentido".
Pero estas sensatas consideraciones de Mármol García parece que cayeron en saco roto. O por lo menos eso es lo que se percibe al escuchar a Nicolás Maduro vociferar hace unos tres días que la culpa de la desbordada delincuencia en Venezuela es de laoligarquía, los pelucones, los paramilitares, la derecha, entre otros. Según Maduro, estos le están entregando armas, dólares y droga a los malandros para que hagan daño al Gobierno.
Es decir, otra guerra inventada para esquivar el fracaso del Gobierno.
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