Por: VenEconomía
Las reclamaciones de Venezuela sobre el Esequibo, en lo que ahora es Guyana, se resolvieron hace 116 años con la decisión de un panel de arbitraje de alto nivel que (a) confirmó los derechos exclusivos de Venezuela a navegar en el río Orinoco y (b) asignó la mayor parte de la zona terrestre en cuestión a Gran Bretaña.
Más de 60 años después, en 1962, Rómulo Betancourt impugnó ese Laudo Arbitral de 1899.
Y, en 1966; cuando Guyana logró su independencia, el conflicto pasó de ser entre la pequeña Venezuela contra el gigante del Imperio Británico, a ser el de la poderosa Venezuela contra la empobrecida antigua colonia británica.
Ese año, Venezuela y Guyana acordaron buscar una solución pacífica al conflicto y en 1970 se designó a la ONU como facilitador de las negociaciones.
Desde entonces, diferentes Gobiernos venezolanos han buscado resolver el diferendo, sin ningún éxito.
A su llegada al poder, Hugo Chávez abandonó el esfuerzo de resolver el diferendo, en parte por la presión de Fidel Castro (aliado de Guyana que había utilizado como estación de reabastecimiento para sus aviones durante la guerra en Angola) y, en parte, para evitar ofender a los miembros de Caricom, cuyo apoyo era crucial en foros internacionales como la OEA y la ONU.
Chávez tampoco definió los límites marítimos de Venezuela con Guyana, facilitando con ello a que Guyana otorgara contratos de exploración en bloques tanto en las áreas propias de Guyana, en las áreas disputadas y en áreas claramente venezolanas.
Ahora, con Maduro a la cabeza, se dio inicio a un nuevo capítulo de esta legendaria controversia, cuando una plataforma de exploración de la ExxonMobil encontró petróleo en uno de esos bloques, el Starboek.
La primera reacción del Gobierno de Maduro fue acusar a la ExxonMobil de violar su territorio, y no a Guyana que fue quien otorgó la concesión.
Meses más tarde, el 27 de mayo, dio un giro en su complacencia con Guyana y se pasó al otro extremo: Decretó una “zona de defensa” que incluye la mayor parte de las aguas en la zona en disputa, sin ningún acceso al Atlántico. Con ello calentó innecesariamente la crisis limítrofe.
Guyana no demoró en emitir un comunicado bien razonado de punto de vista legal que fue rechazado por la Cancillería venezolana por el “tenor altisonante y las afirmaciones falsas emitidas” y se acusó al nuevo Gobierno de Guyana de exhibir una peligrosa política de “provocación contra la Venezuela Bolivariana de paz”, apoyada por el “poderío imperial de una transnacional estadounidense, la ExxonMobil”.
El nuevo pugilato: La Cancillería venezolana solicitó una pronta reunión de cancilleres para tratar el tema. Guyana apeló al secretario general de la ONU, para resolver legalmente esta disputa territorial.
Con su torpe e ilegal decreto, el Gobierno le puso en bandeja de plata a Guyana una excusa para hacer que la ONU y los tribunales internacionales tomen cartas en el asunto.
Se infiere de todo esto que el Gobierno de Maduro busca provocar una gran crisis que les permitiría recuperar el apoyo popular ahora muy reducido, con mira a las elecciones parlamentarias de este año – un especie de Dakazo II.
Por ahora, la estrategia se limita a acusar a la ExxonMobil de haber violado aguas venezolanas, como lo evidencian las declaraciones de la Cancillería y las afirmaciones del presidente de Parlatino-Capítulo Venezuela, diputado (PSUV) Ángel Rodríguez, quien afirma que las operaciones de ExxonMobil en las aguas del Esequibo “buscan imponer una agenda bélica en Suramérica, como parte de la estrategia que tienen los sectores más radicales de EE.UU. para asumir el control de los inmensos yacimientos de petróleo que existen en todo el Continente”.
Próximamente, las acusaciones podrían ser en contra el nuevo Gobierno de Guyana y, ¿quién dice que no?, una movilización naval y militar hacia la frontera oriental del país.
De ser así, se confirmaría que la intención del Gobierno es de provocar una crisis y que los venezolanos, incluyendo los de la oposición, cierren filas detrás de su “líder” (Maduro) en la “defensa patriótica” de la frontera venezolana.
Quizá Maduro pierda el apoyo de Caricom, pero se ganaría una elección.
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