Cada vez son más las interrogantes que vienen surgiendo sobre las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela desde el 9 de marzo de 2015.
Ese día Barack Obama firmó el decreto aquel que emitía una Orden Ejecutiva donde se declaraba una emergencia nacional por la amenaza "inusual y extraordinaria" a la seguridad nacional (de los EE.UU.) y a la política exterior que ocasionaba a Estados Unidos la situación de Venezuela y además se sancionaron a siete funcionarios venezolanos con el bloqueo de sus activos en Estados Unidos, y la prohibición de ingresar a ese país.
Desde esa fecha, es muy cierto que el Gobierno de Nicolás Maduro redobló sus discursos agresivos contra el Gobierno de los Estados Unidos, mostró una solidaridad automática con los acusados y no abrió investigación alguna en Venezuela sobre los involucrados. Pero también es cierto que las noticias que llegan desde el Norte es que la justicia de EE.UU. está determinada a llegar a donde tenga que llegar para penalizar a quienes estén involucrados con el narcoterrorismo, la violación de los Derechos Humanos y la corrupción, para ello han captado testigos protegidos que aporten pruebas y documenten fehacientemente las denuncias. Noticias estas que llegan por medios de comunicación de Estados Unidos y España, y que han provocado la ira de personeros bolivarianos emblemáticos, entre otros la del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien introdujo una demanda contra ABC de España y The Wall Street Journal de EE.UU. así como a directivos, socios y ejecutivos de los medios venezolanos Tal Cual, El Universal y La Patilla que reportaron la noticia.
En paralelo, y tal vez debido a la debilidad económica en la que se encuentra Venezuela y a la contundencia de las evidencias contra funcionaros venezolanos, Maduro y el Gobierno de Obama comenzaron a realizar un acercamiento. En el marco de este, el consejero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Thomas Shannon, visitó a Venezuela en dos oportunidades, en menos de un mes. De los encuentros a puerta cerrada con Shannon-Maduro no se dieron explicaciones oficiales al país, lo cual generó toda una gama de especulaciones, entre las que se mencionaba que se estaba negociando la entrega de Cabello al sistema de justicia de EE.UU.
Sin embargo, este fin de semana la noticia, documentada gráficamente, de una reunión en Haití entre Cabello, la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez y Shannon, con el auspicio del presidente de ese país, causó un revuelo en la opinión pública y las conjeturas no tardaron en llenar las redes sociales. Entre otras: ¿Por qué no fue Maduro? La otitis, la misma que impidió su encuentro con el Papa Francisco y recibir en persona el reconocimiento de la FAO, fue la excusa.
Otra conjetura indica que Cabello buscaba mostrar su fuerza a EE.UU. y plantearle que cualquier acercamiento con Venezuela debía contar con su anuencia. Incluso dejar claro que de salir Maduro del poder, ante el claro fracaso de su Gobierno, la alternativa para ocupar la silla presidencial era él.
Otras apuntan a que negociaba la eliminación de la famosa Orden Ejecutiva de Obama, la cual parece tener grabado su nombre como pieza principal para hacer justicia.
Pero, el panorama se torna más confuso aún cuando en la página El Cooperante, se afirma hoy que “la presencia del segundo hombre más poderoso de Venezuela no estaba en los planes del diplomático norteamericano”, y que esta sorprendió al mismo Shannon.
Por los vientos que soplan, todo parece indicar que nadie aclarará (por ahora) de qué viene todo este movimiento de piezas, en un juego donde el contrincante más vulnerado son los ciudadanos venezolanos. Estos, en medio de la peor crisis económica y social que han vivido en décadas, se encuentran un vez más con que no tienen información alguna de lo que se cuece a sus espaldas.
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