La semana pasada, el dólar paralelo llegó a 420 bolívares y amenaza con sobrepasar el medio millón de los de antes, sin que se tenga claro por qué. Lo cierto es que las previsiones no son nada halagüeñas y bancos internacionales, como Barclays Capital, pronostican que podría, antes de fin de año, cotizarse en 600 bolívares.
Incertidumbre, angustia y depresión ha provocado en el ciudadano este vertiginoso ascenso de la divisa estadounidense, mientras que en el gobierno priva el estupor y triunfa la insensatez.
El hombre de la calle es presa de angustia, pues intuye que los precios de los artículos que ya ni se consiguen aumentarán en progresión geométrica, minimizando su capacidad de compra. Lo invade, con razón, un “qué va a ser de mí, de mi familia, del país”; el desaliento se apodera de él; no sabe cómo ubicarse en un escenario siempre cambiante para peor y, víctima de la melancolía, le da lo mismo que el día que le toca fajarse en la rebatiña de productos regulados estén expendiendo harina o papel higiénico. Al respecto debemos preguntar qué plantea el gobierno, más allá de la hueca repetición de insultos achacando responsabilidades a quienes no tienen vela en su entierro, enquistado en su relato belicista y apuntando al blanco equivocado. Nada nuevo asoma en su proceder; obstinados en sus políticas restrictivas, Maduro & Co. no oyen consejos de los que saben y el bolívar continuará no a la deriva, sino en bajada: “No vemos ninguna señal de cambio de las autoridades”, señala el banco londinense ya citado, pero los riesgos de devaluación continua y acelerada “deberían hacerlos reconsiderar sus políticas”.
No hay asomo de variantes en un sistema que es considerado “demencial” en una nota aparecida el sábado en el diario español El País, sobre todo por las sustantivas diferencias entre tres tipos de cambio que sólo sirven para estimular la corrupción y no la producción; por ello, lo que en otras circunstancias sería insólito, ya no asombra. Así, el asambleísta rojo Juan Carlos Alemán informó el viernes 22 de mayo “que el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Manuel Fernández Meléndez, se encuentra trabajando en un proyecto para establecer servidores y buscadores de Internet propios para Venezuela, a fin de torcerle el brazo al dólar paralelo, específicamente a la página web Dólar Today”.
Bloquear navegadores y motores de búsqueda como Firefox y Google es la respuesta oficial a la distorsión ocasionada por su incompetencia; una respuesta que nada soluciona: la venta del diván no acaba con el adulterio, porque el valor de la divisas no es consecuencia de las diabólicas confabulaciones de unos nerds que estarían utilizando la red con fines conspirativos, sino de “las inexorables reglas de la oferta y la demanda”. La iniciativa del señor Alemán recuerda a la del diputado ruso Mijaíl Degtiarov quien, en 2013, propuso confiscar dólares y prohibir ahorros en moneda estadounidense para proteger a sus compatriotas, ya que, según él, el signo monetario estadounidense no tenía respaldo alguno. En todas partes se cuecen habas…o disparates.
Fuente: El Nacional
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