No hay quien pueda dudar de la mística y la vocación que tienen los docentes de las escuelas y liceos públicos. Antes del aumento que anunció el presidente Maduro el 1° de Mayo, ya ganaban un mísero sueldo, y sin embargo, puntualmente reciben cada día a los niños y a los muchachos en los planteles del país haciendo un esfuerzo sobrehumano, olvidándose de sus propios problemas y de la escasez de alimentos y productos de limpieza que reina en sus hogares.
Lo lógico es que los maestros se molesten y salgan a protestar por mejores condiciones de vida. No resulta nada agradable enterarse de que la remuneración mínima va a llegar a 7.421,66 bolívares y que todavía no han comenzado a discutir la contratación colectiva que está pendiente. Las categorías salariales de los educadores van de 5.556 bolívares, en el primer escalafón, a 5.734, pero Maduro, en un gesto que él creerá maravilloso, ordenó que se homologaran con la miserable cifra del salario mínimo.
Esa bofetada oficialista es la razón de la protesta que llevaron a cabo el jueves los docentes de las escuelas públicas en Caracas y en varios estados del país, y que el ministro de Educación se ha encargado de ignorar, como si no fuera con él, tranquilazo porque cada quincena cobra un billete gordo.
En el tema de la educación a este gobierno se le ven las costuras por todos lados. La idea del hombre nuevo que tanto predicaba el difunto y que mantiene el sucesor no llega ni a cuento de hadas. Científicamente está comprobado que un niño con hambre difícilmente puede asimilar los conocimientos necesarios para avanzar en su formación educativa.
Durante estos 16 años de régimen chavista no ha habido forma ni manera de que un maestro reciba un sueldo suficiente para pagar el transporte hacia su sitio de trabajo, o para vestir decentemente y mucho menos para enseñar matemáticas o el correcto uso del lenguaje si el aula donde imparte clases ni siquiera tiene techo.
Todo el sistema de educación básica está en completo abandono. Lo que es cierto es que al chavismo no le interesa la educación formal de ningún nivel. Se han llenado la boca diciendo que invierten en misiones educativas que no tienen el alcance ni la rigurosidad que necesita una persona (menos un niño) para hacer algo útil con su vida. Es más, las misiones son excusas para el adoctrinamiento, lo que no debe confundirse con educación.
Los maestros en Caracas asistieron a sus puestos de trabajo el jueves pero no impartieron clases. Los padres deben saber que un maestro mal pagado no tiene cabeza para ocuparse de lo más preciado que tienen, y que no hay mística ni vocación que pueda con un estómago vacío.
Lo que anunció el ministro es que los docentes serán homologados con el sueldo mínimo, pero ¿les parece justo remunerar con un sueldo que no llega ni a la mitad de la canasta alimentaria a los que tienen en sus manos el futuro del país? Lo mismo ocurre con los profesores de educación diversificada y ni se diga de los profesores universitarios.
Fuente: El Nacional
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