Hay historias que nunca debieron ocurrir y, por ende, nunca deberían repetirse, sobre todo aquellas en las que gobiernos prepotentes violan elementales Derechos Humanos.
Una de ellas es la de Franklin Brito, un biólogo y agricultor venezolano que falleció el 30 de agosto de 2010 cuando realizaba su sexta huelga de hambre en seis años, una vía extrema que tomó al ver sus derechos civiles violados por el Gobierno de Hugo Chávez.
Brito exigía vanamente que el Gobierno aclarara los actos de corrupción que rodeaban el caso de su finca, arrebatada por una truculenta maniobra del Instituto Nacional de Tierras en 2004, y que la indemnización que le había sido ofrecida por el Ejecutivo Nacional, luego de varias huelgas de hambre, se hiciera de forma legal. Una exigencia desoída, que cayó en la indiferencia y negligencia de una élite gobernante incapaz de rectificar errores ni cumplir promesas.
En este link, http://www.veneconomia.com/site/files/articulos/artEsp6163_4576.htm, podrá leer el resumen que hiciera VenEconomía de esta imperdonable historia.
Otras historias que no debieron ocurrir nunca, son las que se están escribiendo con los casos de Leopoldo López, líder opositor, y el ex alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos. Ambos sometidos arbitrariamente a prisión tras las protestas masivas que se iniciaron en Venezuela en febrero de 2014, y que dejaron una secuela de unos 41 ciudadanos asesinados, cientos de heridos y casi una veintena de denuncias de tortura a los manifestantes de manos de las fuerzas de seguridad del Estado. Amén de 3.351 detenidos, hoy unos 70 venezolanos permanecen en prisión y más de dos millares de manifestantes están sometidos a juicios y medidas cautelares.
López, acusado sin pruebas de "instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir". Y Ceballos, acusado de delitos de rebelión y agavillamiento por el supuesto de no haber acatado la orden del TSJ de impedir las guarimbas en su municipio.
En estos momentos López y Ceballos están en medio de una huelga de hambre reclamando el cese de la represión y la censura; que liberaran a los presos políticos; que el Consejo Nacional Electoral convocara de una vez por todas a elecciones parlamentarias, en las cuales debía estar presente la observación de la OEA y de la Unión Europea.
Estos dos jóvenes políticos y líderes democráticos venezolanos, en pleno período productivo y con sus familias en formación, nunca debieron haber ido a prisión. Menos aún, deberían haber tenido que llegar al extremo de emprender una huelga de hambre para reclamar derechos estatuidos en la Constitución de la República y garantizados por el derecho internacional.
La salud de estos venezolanos está amenazada, y el Estado debe ser garante de sus vidas más aún cuando están recluidos por razones políticas.
Son muchas las voces de organismos internacionales, parlamentarios, ex presidentes de la región, e incluso presidentes de gobiernos que se han levantado desde hace más de un año pidiendo su libertad, y la de todos los presos políticos del Gobierno.
Esta semana, esas voces se han profundizado ahora que están en riesgo la vida López y Ceballos. El viernes 29 de mayo, los ex presidentes Andrés Pastrana, de Colombia, y Jorge Quiroga, de Bolivia, instaron a la Cruz Roja Internacional a visitar a López y Ceballos en las cárceles donde están recluidos indicando: "Están en huelga de hambre, esto no es un juego¨.
Como ya lo dijo el ex presidente Ricardo Lagos en abril de este año: “En materia de derechos humanos no hay intromisión en la política de otros países. Y eso es lo que estamos haciendo. La lucha de ellos es por la libertad y el restablecimiento de la democracia”.
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