por @nutricionencrisis / @mherreradef
El hambre ha sido un problema para el mundo, hemos discutido hasta el cansancio las secuelas del hambre en la humanidad, el componente ético de la persistencia del hambre global y las estrategias para sobrevivirlo y sortearlo.
Al menos, en el caso venezolano, por ser un caso bizarro, confuso y fuera de los estándares de las emergencias humanitarias, ha costado mucho que la gente, público en general y comunidad internacional entendiera que en Venezuela desde hace ya una década estábamos en presencia de hambre, primero de hambre oculta, y luego de casos de hambre explícita y abierta, no hay que explicar más.
Tomó mucho tiempo y muchas vidas explicar esto, y quienes sobrevivimos o hemos tenido las condiciones para sobrevivirlo -no lo llamaría suerte, pues de alguna manera es el trabajo, la educación y tantas cosas la que construyen estas condiciones- sentimos la impotencia por una parte y reiteramos la importancia de trabajar por una solución que incluya a todos, que mitigue los daños y que le devuelva a Venezuela el capital humano que merece. Así como a Venezuela, a Yemen, a Siria, a Haití, a Sudán del Sur, a Zimbabue, a Ruanda, entre otros, merecen una sociedad educada, inclusiva, con Estado de derecho y con respeto a los derechos humanos fundamentales.
Entonces, llega un competidor: el Coronavirus, que pareciera coronarse en la supremacía mediática mundial, no sin razón. Su contagio elevado, el largo período de incubación, las condiciones de insalubridad y hacinamiento de algunos países y en consecuencia los síntomas de deterioro de la salud general y en particular en el área pulmonar hacen del Coronavirus el “rey” de las alarmas del momento.
Pero en todas las emergencias, como bien lo dice Bill Gates en un recién salido artículo en una las revistas médicas más prestigiosas del mundo: El New England Journal of Medicine, hay dos retos fundamentales: por un lado resolver lo inmediato que para nosotros los médicos y personal de salud implica salvar tantas vidas como sea posible e impedir la propagación de la enfermedad (y nosotros añadimos o del episodio en cuestión, bien podría tratarse de evitar la propagación de la desnutrición aguda, por ejemplo!) y por el otro y al mismo tiempo, trabajar en lo estructural para impedir que un evento como este se repita.
Bill Gates habla con conocimiento, ha dedicado los últimos años a la contribución para la solución a problemas globales, principalmente los de salud. Ha compilado y esperamos que su voz sea escuchada una serie de elementos esenciales para la solución de los problemas públicos con sostenibilidad del planeta, en particular de los países de ingreso bajo y medio. El Dr. José María Bengoa, padre de la nutrición comunitaria en el mundo, sostenía esta postura, la misma de Bill Gates. En su libro «Hambre cuando hay pan para todos», Bengoa habla claramente sobre lo que implica salvar vidas, pero también acerca del deber ser al salvar el futuro de quien vive, salvar una vida para vivirla con discapacidad es una discusión ética, que no tiene fin. Salvar una vida es una cuestión integral, donde debe asegurarse que los mejores recursos y oportunidades estarán presentes para el buen vivir de las personas.
Es tentador decir: se salvaron millones de vidas en una emergencia, pero el verdadero reto está en el porvenir de esas vidas que comienzan nuevamente después de sobrevivir una tragedia, una epidemia, o de sobrevivir el hambre crónica en una sociedad.
Por ello, el segundo elemento que plantean Gates y Bengoa: lo estructural, la prevención, la preparación para que lo que pareciera un desastre inminente no o sea.
¿También es atractivo pensar en las noticias, que atrae más a la gente, al espectador? ¿El recién entendimiento de que la próxima pandemia del tipo de las ocurridas en el pasado puedan estar en pleno desarrollo? ¿Su evolución? ¿Las vidas que va cobrando y que van en aumento? Ciertamente, es atractivo, e importante, el que el coronavirus haya tomado “por sorpresa” al planeta en pleno siglo XXI da cuenta de lo necesaria que es la unificación de criterios, de oportunidades, de condiciones de vida, de respeto a los derechos a la salud y a la vida.
Pero también, ¿qué pasará en un país como Venezuela, que no se encuentra de ninguna manera preparado para enfrentar una epidemia como esta? Lo estructural no está presente en Venezuela, ni en muchos países de bajos y medios ingresos. Y tal parece que en las emergencias el foco esta en lo urgente, lo importante sigue rezagado, esperando el momento de que “le toque el turno”.
En Venezuela, tal y como en muchos países en crisis, lo urgente termina por imponerse ante lo importante.
Cuando Bill Gates sugiere la relevancia de intervenir en los países en desventaja a fortalecer sus sistemas de salud primaria y personal entrenado. Cuando se instala una clínica de atención primaria, dice Gates, se fortalece la capacidad de enfrentar una epidemia, y también de prevenir el hambre y la desnutrición, agregamos nosotros.
La única manera de salir airosos de esta situación de emergencia global que se suma a la ya presente emergencia humanitaria compleja en Venezuela es comenzar por el principio, fortalecimiento de capacidades, alimentación adecuada, personal entrenado, atención primaria de salud eficiente con protocolos actualizados y que se cumplan.
De otra manera, solo estaremos presenciando una guerra entre el Coronavirus y el hambre por un trono maltrecho de supremacía mediática. Los países más vulnerables al Coronavirus también son los más vulnerables en términos de hambre. ¿Quién puede más?
Tomada de: TalCualDigital
No hay comentarios:
Publicar un comentario