La humanidad atraviesa uno de los periodos históricos más significativos que se haya producido desde la aparición del primer homínido en la tierra: la génesis y expansión de un orden civilizatorio que privilegia el saber como senda del progreso material y cultural de millones y millones de hombres y mujeres.
Los individuos, de este planeta, en un ambiente de mayor libertad, tienen la oportunidad de propiciar su capacidad empresarial para generar bienes y servicios al alcance de todos. En efecto, la vida material, como resultado del talento, de la creatividad y de la innovación de las personas para intercambiar sus esfuerzos productivos dentro una sociedad mucho más libre y menos intervencionista. Es el ser humano creador de riqueza; no los gobiernos. En todo caso el Estado tendría como función el de proveer de justicia y de seguridad física y jurídica a las personas.
Dentro de ese horizonte, la libertad, el civilismo, el federalismo, la empresarialidad, el libre mercado, las nuevas maneras de interpretar los fenómenos históricos y culturales, signos de un nuevo resplandor civilizatorio. De igual forma, se asoma el nacimiento de un paradigma energético que pondrá fin en las próximas décadas la era del petróleo. Todo este proceso civilizatorio que emerge ante nuestros ojos, tiene que ver con la acción empresarial de los individuos para producir cosas materiales y culturales con el fin de satisfacer sus necesidades mediante el intercambio mercantil, el más poderoso de los mecanismos naturales que haya descubierto el hombre para el crecimiento de la vida económica de las naciones.
El espíritu de empresarialidad se proyecta en la geografía planetaria con una fuerza extraordinaria que picotea la esperanza en los hombres la de mejorar la calidad de vida de todos los que viven en esta tierra, única y diversa. Pero, También es cierto que los Estados y los gobiernos a lo largo del devenir histórico universal se han constituido en una traba a la función empresarial y a la acción humana. Han tratado impedir a través de acciones regulatorias e intervencionistas ese poder de libertad de los individuos para generar riqueza tanto material como cultural. Aun así, ha sobrevivido ante la fuerza avasallante del estatismo.
Es decir, ese fervor empresarial es lo que hace digno a los pueblos que asumen su destino vital contra la perversidad y la corruptela que se derivan del intervencionismo. La libertad es única e indivisible. La defensa de la vida, de la propiedad privada y de la libertad de pensamiento, conforman únicas libertades que le dan sentido y dignidad al ser humano. De allí, pues, que a la luz de las gigantes transformaciones que se están generando a escala global, es vital repensar la historia económica de Venezuela para estar en sintonía con esta dinámica tan compleja e interesante para el hombre de hoy.
La historia económica y social de la otrora provincia de Venezuela requiere de nuevas miradas desde la perspectiva de la empresarialidad que está modificando radicalmente la vida económica y cultural de los pueblos. Por tanto, se afirma que el proceso histórico nacional desde la sociedad precolombina ha sido y sigue siendo el resultado de la destreza, de la habilidad e innovación de hombres y mujeres para superar su condición natural de pobreza y así alcanzar un bienestar tanto material como espiritual. Los venezolanos, a través del esfuerzo personal y productivo, delinearon el panorama geográfico e histórico de la nación a lo largo de los siglos sin estatismo e intervencionismo. Todo lo contrario, superaron tropiezo de todo orden para resolver sus problemas económicos y sociales con esa fuerza tan maravillosa: el poder empresarial. Por esto, es vital una revalorización historiográfica que recoja esa riqueza de empresarialidad que llevan los venezolanos y que ha rebasado toda forma de control estatal. En efecto, a pesar del inmenso esfuerzo del intervencionismo estatal que ha desplegado a lo largo del quehacer histórico nacional, no ha podido extirpar en hombres y mujeres su pasión libertaria, civilista y empresarial.
Desde la sabana de los dioses, Santa Rosa de Carvajal, vislumbro para Venezuela, tierra de gracia, la gestación de forma espontánea y natural de la más genuina revolución empresarial que se haya producido en la historia de Hispanoamérica. El ingenio empresarial está picoteando el fervor libertario de un venezolano que quiere ocupar un digno puesto en el concierto de las naciones. El país está recobrando su fuerza libertaria y empresarial de tanta importancia en la Venezuela anterior al petróleo. Esa Venezuela de los siglos anteriores, en la que sus frutos, transportados por caminos, senderos, ríos para el intercambio mercantil, producto del talento creativo de cada uno de los hombres que pertenecen e esta bella geografía.
Dentro de ese marco, la fundación de identidad cultural, una iniciativa empresarial, impulsada por el reportero gráfico y periodista Luis Huz, revela una exquisita mirada para examinar la historia y la geografía de la sabana de los dioses como parte de ese proceso de empresarialidad que se está configurando en el mundo. Lo que representa para los que viven en la sabana de los dioses como pasado, como presente y como futuro la importancia del talento y de la chispa de hombres y mujeres que han hecho con sus manos y con su saber el modo de vivir material y cultural en una geografía sin las migajas del intervencionismo. Lo que expresa el auténtico aliento empresarial que lleva hombres y mujeres desde la sociedad precolombina. De igual modo, el mundo de la crónica que nos permite descubrir la riqueza material y cultural de pueblos, regiones y comunidades, como resultado de la capacidad empresarial de hombres y mujeres sin la cultura del subsidio, de las prebendas y los privilegios especiales que le otorga el estatismo a los parásitos, a los vagos y a la clientela política y empresarial.
En el futuro tendremos la bella oportunidad de explorar desde la perspectiva empresarial la historia y la geografía de la nación. Mirar con nuevos ojos como nuestros padres y abuelos de tantos nombres y apellidos, con el trabajo creador y productivo demarcaron los senderos naturales y sociales del país: sin ninguna ayuda de carácter estatal. Fueron El trabajo, la honestidad, la responsabilidad y el deseo de superación, los fundamentos para construir una sociedad agraria y mercantil conectada al circuito económico local, nacional e internacional. Así, se conformó ese atajo que está estrenando con ese hermoso pasado desde el presente un nuevo orden civilizatorio. Qué cosa tan maravillosa para una criatura como el ser humano poseer el privilegio, el excepcional privilegio de palpar en un instante digital y sonoro la creación material e intelectual de la historia universal, como resultado de la acción humana. En fin, Venezuela en el futuro estrenará una nueva manera de mirar el proceso económico nacional desde la teoría de la empresarialidad, cuyos fundamentos fueron delineados de forma magistral por la Escuela Austriaca(1871-2020).
Referencias
Imagen: Obra “Economic Discussion” de John Stockton De Martelly
Tomada de: Ideas en Libertad
No hay comentarios:
Publicar un comentario