Por fin la primera dama de Venezuela, Cilia Flores (así la identifica la agencia Efe), accedió a tratar el problema surgido a raíz de la detención de dos de sus familiares en Haití, señalados por la justicia de Estados Unidos como presuntamente incursos en el negocio del narcotráfico.
La señora Flores ha terminado por dar la cara ante lo que desde un principio era inevitable y que ella, por alguna razón, se negaba aceptar como si con esa actitud pudiera negar la realidad de los hechos, por demás evidentes.
Cualquier experto en relaciones con los medios le hubiera aconsejado que, desde un primer momento, preparara una declaración seria y escueta, de forma de evitar que se especulara no sólo sobre su inaudito silencio sino también porque, fuere lo que fuere, el foco de la noticia iba a centrarse en ella y en su marido por ocupar éste el máximo cargo del gobierno.
No todos los días las agencias antidrogas atrapan a dos jóvenes ligados a las altas esferas del poder y, más aún, si se trata de un país como Venezuela que aparece, por desgracia, en casi todas las policías del mundo como un importantísimo lugar de tránsito de un número alarmante de toneladas de coca hacia Centroamérica y Europa, en muchos casos haciendo puentes aéreos con pistas escasamente vigiladas en países de África, desde donde se despachan los pedidos a otros destinos.
Lo cierto del caso es que la estrategia de no hacerle frente con rapidez a un hecho extremadamente publicitado y difundido por los medios de comunicación como lo es, sin duda alguna, la captura de los sobrinos de la señora Flores constituye un craso error como lo podemos ver hoy con claridad al coincidir, para colmo de males, con la crisis institucional que se desarrolla con motivo del enfrentamiento entre los poderes del Estado.
Si a las arbitrariedades que se están, y se seguirán, cometiendo desde el poder Ejecutivo y Judicial contra la mayoría opositora de la Asamblea Nacional se le suma, como seguramente sucederá, el caso de los sobrinos de la señora Flores, pues no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que todo esto salpicará aún más la fama de narcogobierno que se ha difundido, con o sin razón, sobre este régimen chavista en la opinión pública mundial.
Entre la captura del Chapo Guzmán en México y sus huellas en Venezuela, el papel relevante en este caso del actor Sean Penn (asiduo visitante de Mirafl ores estando en vida el líder galáctico), la elección del Pollo Carvajal como diputado por Monagas con el apoyo del expresidente de la Asamblea Nacional, la colaboración que durante años se ha prestado a las narcoguerrillas de las FARC (que ocupan parte de nuestros territorios fronterizos), las 120 maletas cargadas de coca que salieron por Maiquetía hacia Francia, son hechos demostrativos de que algo huele mal.
La señora Flores está en su derecho de poner en duda la culpabilidad de los dos jóvenes porque existe la presunción de inocencia y ellos están en la antesala del juicio. Tiempo al tiempo
Fuente: El Nacional
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