Hay optimismo en los capitalinos, pese a seis zafras en fila sin ir a una final.
El hecho de ser la franquicia con más títulos en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), con 20, y ser una de los que más aficionados acumula, según estudios realizados y comprobados, le da a los Leones del Caracas una responsabilidad que quizá no buscaron pero que resulta inevitable.
En sus casi 74 años de historia, el conjunto capitalino atraviesa por una de las sequías más prolongadas en lo que a presencia en serie finales se refiere. Ya van por seis campañas seguidas sin disputar el título y esperan evitar llegar a la séptima, la próxima, en la que tendrán otra oportunidad.
Su máxima cantidad antes del torneo 2014-2015 era de cuatro, sin tomar en cuenta el 2002-2003, cuando no se concluyó el campeonato. Cabe recordar que la última vez que los melenudos estuvieron y ganaron en una final fue en la de la temporada 2009-2010 frente a su "Eterno Rival", los Navegantes del Magallanes.
¿Puede esta desafortunada y curiosa cadena restarles lealtad a sus aficionados?
"No hay una cosa más renovable que la fe del fanático", dijo con determinación el historiador dedicado al deporte, Javier González, dejando atrás consideraciones sobre una posible actitud pesimista del fan. "Esa fe nunca se pierde. Siempre hay otra oportunidad y la certeza siempre estará en que el fanático espera que el equipo crezca".
En la divisa caraquista hay conciencia de su actual situación. Luis Ávila, presidente del Caracas desde febrero de 2008, hizo un balance inicial después de caer en seis juegos frente al conjunto magallanero en la primera etapa de los playoffs.
"Honestamente, estamos en deuda con los fanáticos, no hay ninguna duda al respecto. Tuvimos que hacer unos cambios muy de fondo por razones que todos, creo, conocemos y en las que quizá no vale mucho la pena ahondar", dijo de entrada el alto ejecutivo.
"El resultado de la temporada diría que fue aceptable, pero no suficiente. Definitivamente las cosas habrían sido distintas si la clasificación se hubiera jugado en la forma tradicional, hubiésemos terminado en segundo lugar con 34 ganados y es una cifra bastante buena", añadió.
Pocos días antes de culminar la participación de los Leones en el actual certamen, el ingeniero Ávila quiso dejar en claro que su voto no fue para apoyar el sistema de puntos, sino para un cambio de formato en la postemporada. Esta afirmación marca distancia de lo que se llegó a comentar entre pasillos: que el voto del Caracas fue decisivo para establecer la nueva manera en la que se llevó a cabo la zafra 2015-2016.
Caracas cayó en una serie directa. Tuvo deficiencias, aunque también virtudes que lo llevaron hasta esa instancia. "En realidad, fue una serie más peleada de lo que parece y en donde perdimos un juego 2 a 1, que jugamos muy bien, y en el cual jugadas muy pequeñas pudieron haber cambiado el curso de la serie", comentó Ávila.
"El resultado de la ronda eliminatoria yo lo resumiría diciendo, de nuevo, que es aceptable, (pero) preocupante por las inconsistencias. Toda la temporada fue de cadenas de juegos perdidos o cadenas de juegos ganados, cosa que tiene sus causas en problemas que están bastante determinados dentro de un proceso de cambio, no solamente a nivel gerencial sino de cambio de cuerpo técnico (con la entrada de Alfredo Pedrique", continuó su análisis el presidente del equipo capitalino, reafirmando que todo es producto de modificaciones que se hicieron después de quedar fuera de la clasificación en la temporada pasada.
Un ratón moral
Quizá el mejor consuelo para el Caracas haya sido el prolongado período de 15 campañas que vivieron los Navegantes del Magallanes sin entrar a una final (desde la 1979-1980 hasta la 1993-1994). Y si se ahonda más en este asunto, los Tiburones de La Guaira pasaron por 25 torneos hasta que regresaron a una serie decisiva (desde la 1986-1987 hasta la 2011-2012).
"Siempre va a existir un ratón moral que dura una semana, un mes o dos meses", insiste Javier González. "Un equipo como el Caracas, donde existe tanto arraigo, produce sin duda una exigencia cada vez mayor, pero existe lo que se llama la renovación de la fe. Esa es la que siempre resurge".
"Yo creo que la paciencia de los fanáticos está bastante agotada. La verdad es que me da pena pedirles más", asevera Luis Ávila. "Hacemos todo lo que se puede, estoy muy esperanzado de que estos cambios de actitud van a traer transformaciones positivas más pronto que tarde".
Cort. El Universal
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