Ha sido demoledora la tenebrosa noticia: la madre y la esposa de Leopoldo López fueron despojadas de sus ropas en una de las antesalas de la prisión militar de Ramo Verde, cuando pretendían visitarlo. Los niños de la familia, unas criaturas que apenas comienzan a vivir, presenciaron la insólita vejación.
El espectáculo de la desnudez de la abuela y de la madre debió conmoverlos, el pavoroso ataque contra la modestia y el recato en medio de los cuales han crecido de acuerdo con las costumbres de un núcleo normal de cohabitación privada, se hicieron pedazos por la decisión de poner a sus mayores en el centro de una extralimitación que no solo está vedada por las leyes, sino también por los principios más elementales de la decencia.
¿Qué comentarios puede hacer un periódico independiente ante un hecho tan escandaloso y tan reñido con los principios de la civilización que hemos labrado gracias a los esfuerzos de la sociedad? ¿Se han perdido los fundamentos de republicanismo, del respeto a los seres humanos, gracias a los cuales se levantó en medio de grandes fatigas la república de Venezuela?
Las respuestas más indulgentes remiten a épocas de barbarie que parecían superadas por los avances democráticos del siglo XX. Se han hundido en el pantano de la autocracia que reina en nuestros días, el chavismo las ha vuelto trizas en la defensa de una hegemonía que, para aferrarse a la sobrevivencia, se precipita en un agujero de porquerías. Es lo menos que puede decir hoy El Nacional.
Pero también debe hacerse unas preguntas de mayor calado, por sus obligaciones ante la comunidad y porque las provoca la lógica más elemental, si se parte de considerar la desesperación de un régimen que se ve con el agua al cuello: ¿estamos ante un caso aislado?, ¿no ha sucedido lo mismo con los parientes de otros presos políticos?, ¿no son sometidos a iguales o peores arremetidas de la barbarie los allegados a otros cautivos menos conocidos, cuyas tribulaciones no llegan hasta la prensa?
Si nos detenemos frente a la probabilidad de un panorama tan funesto, estamos ante el retorno de los procedimientos penales y de las situaciones de injuria personal y colectiva que parecían borradas con la desaparición del gomecismo.
Aparte de levantar la voz ante tamaña monstruosidad, como es su obligación, el periódico llama la atención sobre la necesidad perentoria de aprobar la Ley de Amnistía propuesta por la oposición durante la campaña de las elecciones parlamentarias.
Solo una disposición de carácter general, que se concrete en breve y cuyo cumplimiento se vigile de manera puntillosa, puede desterrar una atrocidad como la sucedida en Ramo Verde con los familiares de Leopoldo López, y otras que han ocurrido sin llegar hasta la opinión pública.
Nadie puede ser sometido a vejaciones por su militancia política, por su forma de pensar y por lo que hace para lograr la libertad de sus parientes, los verdugos encarnizados no deben existir en Venezuela. Ramo Verde es la cloaca de la república.
Fuente: El Nacional
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