viernes, 8 de enero de 2016

La fe en la democracia/Editorial El Nacional

En estos momentos de tanta trascendencia para la democracia venezolana en los cuales todo el mundo tiene el derecho de opinar y criticar con sinceridad y argumentos de peso, vale la pena interrogarse sobre quiénes merecen la confianza del pueblo y quiénes son los lobos hipócritas disfrazados de oveja.
De acuerdo con una extendida conseja popular, una de las preguntas que debe formularse un ciudadano cuando escucha el discurso de un político es la siguiente: ¿Le puedo comprar un carro usado a ese señor? Si es a Henry Ramos Allup, tendrá que regatear el precio pero tenga usted la seguridad de que no lo va a envenenar con un vehículo a la cubana, es decir, bello por fuera y lleno de alambres por dentro. Si es al jefe de la mayoría opositora, Julio Borges, pues es difícil porque él anda en moto; y si es al diputado Agüero, la cosa se pone fea porque nunca sabrá qué es lo que está diciendo y cuánto pide. Lo mejor es que se busque un traductor simultáneo.

Pero si quien hace la oferta de venta es el diputado Cabello, ni se le ocurra. Primero, porque a lo mejor el carro no existe, y si por casualidad
existiera los papeles quizás no estarían a nombre del capitán. Recuerde que él repitió tantas veces en público, con una seriedad digna de mejor causa, que estaba seguro del triunfo arrasador del PSUV y que la maquinaria electoral rojita estaba aceitada hasta su última tuerca. Lo decía con tanta seguridad que hasta un sector de la oposición llegó a creerle. Todo esto viene a cuento porque los venezolanos están hartos de tanta mentira y de tanto engaño. Por eso, cuando los ciudadanos escuchan las palabras sabias y certeras del presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Padrón, se sienten reconfortados. En sus declaraciones siempre se encuentran la transparencia y la sinceridad, el propósito firme de señalar el buen camino y de guiar a la gente hacia el
renacimiento de la fe en la democracia.

Ayer, por ejemplo, monseñor Padrón calificó a la recién instalada Asamblea Nacional presidida por el diputado Henry Ramos Allup como una significativa victoria de la voluntad del pueblo, un paso decisivo y de gran trascendencia encaminado hacia a lo que denominó ³la reinstitucionalización del país y de la independencia de los poderes públicos; también auguró que traerá consigo no solo un cambio político sino nuevos objetivos sociales y económicos, además de la tan ansiada ³reconciliación nacional.

Sus palabras pronunciadas en el acto de apertura de la Asamblea Anual de la CEV no esquivaron el llamado ineludible a recuperación del Estado de Derecho, la renovación y saneamiento de los organismos del Estado. No olvidó la exigencia de una amplia amnistía para los presos políticos y la vuelta de los exiliados y, sin ambages, reconoció un aspecto político que no ha sido debidamente resaltado, como lo es el ³logro de la unidad de los partidos y otras organizaciones políticas no solo como estrategia sino como una unidad de espíritu, objetivos y de mensajes.
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