El deterioro del gobierno pronostica su descalabro en las elecciones parlamentarias, cuando se realicen. La multiplicación de las carestías, que desemboca en multiplicación de las colas y de las molestias de la ciudadanía, estorba el terreno de los candidatos del oficialismo.
Las noticias cada vez más escandalosas sobre los casos de corrupción, recientemente develados en bancos de Andorra y Madrid, alimentan el descontento general y auguran un panorama sombrío para quienes deseen entrar o volver a la AN en las planchas rojas-rojitas. Sin embargo, no solo hay que mirar hacia esa oscura realidad para adelantarse en cantos de triunfo para los nominados de la oposición. La oposición también se las trae en materia de decepciones, y partiendo de ellas no se puede apostar con tranquilidad por el triunfo sugerido por la descomposición gubernamental. En el electorado predominan las molestias debido a que las elecciones primarias solo se realizarán en contadas circunscripciones. El anuncio de consensos en diversas regiones tampoco ha generado sensaciones de alegría, pese a que son necesarios debido a la carencia de recursos para la realización de escogencias masivas y en atención a la importancia indiscutible de numerosos líderes regionales en cuyo derredor se cifran fundadas esperanzas. Son escollos que no anuncian un camino expedito, sino todo lo contrario.
Pero tal vez el problema no se reduzca a las objeciones que se han descrito, sino especialmente al hecho de que no se advierta cabalmente el interés de los partidos políticos por la obtención de una derrota del gobierno en la AN. Pareciera que, en lugar de colocar el interés en un triunfo trascendental que determinará el futuro de las relaciones políticas y el hundimiento del chavismo, se mire hacia propósitos menores que consisten en el mantenimiento de influencias personales y de acuerdos menores que no permiten mirar el horizonte en toda su amplitud y en toda su complejidad. Se huele que los partidos apenas se miran el ombligo, o más bien el ombligo de algunas de sus figuras, sin detenerse en las necesidades del país ni en las exigencias de un electorado que está ansioso por derrotar al gobierno, pero que siente que no lo toman en cuenta cuando se escoge a los futuros habitantes de las curules.
¿Vamos a derrotar al madurismo, en realidad está en los planes la salida de Diosdado Cabello y de sus cuartelarios seguidores, o solo se trata de procurar el bien de ciertas candidaturas y de ciertos intereses, sin ocuparse de lo que de veras requieren el país y el descontento de la inmensa mayoría de los venezolanos? No son ganas de criticar. No es una pregunta trivial. Está en la boca y en la mente de inmensas capas de la ciudadanía, y los partidos deben responderla antes de que el triunfo se pierda en cenáculos cerrados y miopes.
Fuente: El Nacional
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