Del referido sacudón sólo quedó el agravamiento de la mega-crisis. Y claro, la palabra pasó al olvido en el dominio del discurso oficialista
Hace más de un año, el señor Maduro anunció un "sacudón" político y económico, y aunque ni él mismo se acuerde de qué se trató todo ello, ahora repite el asunto con el anunció de un "revolcón".
La verdad es que el sucesor no tiene la habilidad del predecesor para la retórica demagógica. Pero en lo que no se diferencian mucho, es en la capacidad destructiva de la hegemonía que representan.
Del referido "sacudón" sólo quedó el agravamiento de la mega-crisis. Y claro, la palabra pasó al olvido en el dominio del discurso oficialista. Ahora la palabra de moda es "revolcón", pero en realidad es lo mismo, es decir, no es nada específico, nada distinto, nada que no sea lo de siempre: despotismo y depredación. Llámese como se llame, eso es lo que hace una hegemonía despótica y depredadora. Por eso es lo que es. La palabrería podrá adornar, podrá manipular, podrá engatusar, pero no puede cambiar la naturaleza de la hegemonía.
Son llamativos, por tanto, los razonamientos de ciertos analistas intentando explicar o descifrar, el contenido de los sacudones o de los revolcones. Tarea inútil porque detrás de esas voces o de esas ofertas no hay nada nuevo. Es la misma destrucción que ha caracterizado al ejercicio del poder a lo largo del siglo XXI.
Porque una cosa si debe estar clara: el asolamiento esperemos que no sea irreparable-- que Venezuela ha padecido en estos años, no se debe a catástrofes naturales, o a guerras internacionales, o al consabido imperialismo, sino que se debe al ejercicio despótico y depredador del poder.
Un verdadero sacudón o revolcón o revolución, es que eso cambiase: que se iniciara un proceso de reconstrucción de la república, del estado, de la democracia, así fuera lenta e incrementalmente. Pero nada de eso se encuentra en los radares de la hegemonía. Todo lo contrario.
Eso hay que evitarlo por las malas o las peores. No hay costo que sea demasiado alto con tal de evitarlo. Por eso el país está como está. Aplastado por el despotismo y devastado por la depredación.
No hay que esperar nada especial con el "revolcón" de la temporada. Podrán ocurrir cosas muy negativas, pero ninguna será especial en el sentido de singular o diferenciada de lo que hace y deshace la hegemonía.
Y es que sacudón, o revolcón, o el término similar que seleccione el señor Maduro, no es sino destrucción. Esperemos, repito, que no sea irreparable.
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