En defensa de la sociedad de consumo. Por ya más de una década nos han pregonado que el consumismo es malo. Es malvado. El consumo ayuda a mantener a los capitalistas que a cambio explotan al pueblo. La narrativa del Chavismo nos dice que la explotación debe ser detenida
RODRIGO LINARES/TalCualDigital
Por ya más de una década nos han pregonado que el consumismo es malo. Es malvado. El consumo ayuda a mantener a los capitalistas que a cambio explotan al pueblo. La narrativa del Chavismo nos dice que la explotación debe ser detenida.
Y esto sólo se logra con la intervención del Estado para traspasarle los medios de producción al pueblo. Esta narrativa se ha sostenido en la defensa del pequeño, del olvidado. Pero en su aplicación los ha tornado súbditos. El Estado se vuelve explotador. Y en el Chavismo, el Estado es el Partido.
La sociedad de consumo no es más que una sociedad donde la satisfacción de necesidades y búsqueda de experiencias se realiza a través del consumo de bienes y servicios.
El Chavismo ha sido un acérrimo crítico de la sociedad de consumo. Muchas de sus críticas no son ni novedosas ni nuevas, lo que no quiere decir que no sean acertadas. Los problemas que el consumo excesivo está trayendo hoy son evidentes. Desde su impacto en el medio ambiente hasta su impacto en el individuo.
Sin embargo, entre aquellos que le hacen oposición al Chavismo hay quienes lo hacen levantando estandartes de libertad. Argumentan que vivimos un régimen opresivo. A pesar de que la crítica de estos actores es acertada, no logran articular una narrativa coherente y aspiracional. Si esto no es bueno, ¿qué lo es? En un país donde lo que se vive es la anarquía, ¿cuáles son esas libertades más evidentes que carecemos? La más evidente hoy, y quizás una de las más importantes… la libertad de consumir.
Sí. Consumir tanto como lo desee con los recursos que tiene disponible. Vea usted, el consumo es mucho mas allá que la satisfacción de la necesidades. Es sobre satisfacer preferencias, gustos, modas, fetiches. Es sobre alimentarse, pero es también sobre gastronomía, es sobre técnica, cultura y arte. Nosotros consumismos experiencias, servicios.
Adquirimos herramientas para trabajar pero también para aprender y practicar pasatiempos los cuales nos traen otros dividendos, como una sensación de logro y felicidad. El consumo es un reflejo de quienes somos como individuos. Como somos únicos. Consumir es tener elecciones. Tener elecciones es tener poder.
El chavismo, en su marxismo tropical a la criolla, propone como alternativa al consumo una especia de hombre nuevo. Un hombre que busca satisfacer solo sus necesidades. Un hombre sin deseos ni aspiraciones. Un hombre no humano. El Chavismo quiere reemplazar la sociedad de consumo, con una sociedad perfeccionista, donde el ideal es el de ellos, y además, es arbitrario.
Hoy las sociedades modernas no ponen en duda el carácter empoderador de la sociedad de consumo. También han aceptado sus problemas y los combaten con la herramienta más poderosa que el individuo puede tener: información.
Cualquier constructo de narrativa alrededor del ideal de libertad tiene que considerar que esta sólo es posible con el empoderamiento de todos y cada uno de los individuos. El Chavismo desconfía de los individuos con poder. Solo busca una sociedad homogénea donde prevalezca lo que ellos ven como “bueno” o “apropiado. Esto es evidente en su censura. Pero sobre todo en restringir el consumo, en eliminar opciones. El chavismo detesta que los Venezolanos tengamos opciones. Y más aun, que estemos informados sobre estas.
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