Foto de archivo |
Por: Elides J. Rojas L./El Uniersal
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro impuso un sistema de visado obligatorio para todo ciudadano estadounidense que visite Venezuela como un mecanismo de "control" para impedir, dijo, interferencias de Estados Unidos, y ordenó revisar y reducir el personal diplomático de Washington en Caracas, entre otras medidas.
Ordenó a Estados Unidos, a cuyo Gobierno acusa de conspirar en su contra, reducir de inmediato el alrededor del centenar de funcionarios diplomáticos de su embajada en Caracas a niveles similares a la veintena que mantiene su Gobierno en Washington.
También, y siempre, según destacó, como lo autoriza la Convención de Viena que regula las relaciones diplomáticas, ordenó que cualquier reunión de los diplomáticos estadounidenses deba ser "notificada y autorizada expresamente por el Gobierno de Venezuela".
"Para proteger a nuestro país (...) he decidido implantar un sistema de visado obligatorio para todo estadounidense que ingresa a Venezuela", dijo el mandatario en un discurso público durante una manifestación de simpatizantes chavistas.
"He decidido realizar una lista de prohibición para que no se le otorgue visa a algunos funcionarios que no deben venir jamás por haber violado los Derechos Humanos en países como Siria, entre ellos, George W. Bush, Dick Cheney, George Tenet, Bob Menendez, Marco Rubio, Ileana Ross-Lehtinen, Mario Díaz Balart", informó.
Hasta ahí la reseña periodística de los anuncios de Maduro en medio de la guerra económica y en protección de la intervención del imperio en el libre mercado del jabón y la harina. Sobre esto último, rápidamente, se produjeron declaraciones de diferentes fuentes regularmente bien informadas, en cuanto a los efectos perversos que la medida acarreará sobre los funcionarios que, por ahora, no podrán pisar territorio venezolano:
En cuanto a George W. Bush, se dijo que lamentó la medida y dejó soltar frases lastimeras que impresionaron a sus más cercanos familiares y amigos. Veamos algunas de ellas:
- Lástima. Ya no podré ir a Quinta Crespo a comprar pollo gordo de Brasil.
- ¿Y qué hago con mi puesto de estacionamiento en el Bicentenario de Plaza Venezuela?
- Agradezco me guarden mi lugar en la cola por jabón en el mercado de los chinos de la avenida Urdaneta cerca de Relaciones Interiores.
- Qué broma. Ya me había acostumbrado a estar sin luz ni agua.
- Me harán falta las caminatas por el boulevard de Sabana Grande a las 12 de la noche, mientras hablaba por teléfono con mi iphone 6.
- ¿Y dónde compraré las bujías para mi Ford? Antes viajaba a Venezuela para comprar los repuestos en El Cementerio que en Estados Unidos no hay.
- Les agradezco me envíen un parche poroso para mi lumbago. Lo compraba en Catia.
- Al señor que vendía el ácido para los callos en la esquina de Mamey que me los mande por DHL a la finca en Houston. Pago en bolívares fuertes. Nada de dólares. Eso es moneda odiosa del imperio.
- Queda pendiente mi chequeo médico en el Pérez Carreño. Ya hablaremos. Ya había comprado la inyectadora y el mercurocromo.
- No me dejan otro camino. Retiro todos mis depósitos del Banco Venezuela ahora mismo.
- Siempre me gustaron las playas de El Palito, con ese exótico olor a gasolina, gas y a aguas negras. Pero, nada. Hay una realidad. Me iré, muy triste, a Bahamas.
Es parte de la guerra económica. Con esta arremetida del socialismo contra el imperio seguro que en poco tiempo estará de rodillas, rogando que se le envíe desodorante y crema de afeitar. Mientras tanto, para que no se rindan tan rápido, Venezuela les manda petróleo más barato.
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