El problema de la alimentación ha sido siempre un grave inconveniente en nuestro sistema penitenciario que nunca ha sido resuelto satisfactoriamente. El Ministerio para el Servicio Penitenciario vive inventando cuentos de hadas sobre las decenas de cárceles que han sido recuperadas y que están afanadas en la construcción del hombre nuevo. Puras mentiras: lo que fabrican son delincuentes cada día más peligrosos y resentidos con la sociedad.
Basta pensar en la escasez y el hambre que azota hoy a la mayoría de los venezolanos que deambulan libres por las calles para inferir que nuestras cárceles, con todos sus vicios, no escapan a esa misma realidad. Los privados de libertad y sus familiares constantemente están presentando denuncias sobre la mala alimentación que reciben, en muchos casos en estado de putrefacción, con gusanos y toda clase de alimañas, además de que en muchas cárceles se ha reducido a una comida al día, cuando se las dan, porque a veces ni siquiera se la sirven.
Hasta hace poco los reclusos lograban más o menos alimentarse con la comida que sus familiares les llevaban, o que ellos mismos se preparaban rudimentariamente. Pero ahora la Comandante Fosforito prohibió a los familiares ingresar comida no perecedera a los recintos carcelarios. Además se redujo la visita de los parientes a una vez al mes y solo si son mujeres, porque los hombres y niños tienen prohibida la entrada.
Nuestros reclusos están pasando hambre y por ello el negocio clandestino con la comida en las prisiones continúa como en las viejas épocas. Por mucho tiempo fue una gran fuente de dinero para los directores de los recintos carcelarios, pero ahora la compra y distribución de comida se centralizó y es el Ministerio Penitenciario el que adquiere los alimentos que deben consumir los reclusos. La gran pregunta es ¿por qué no les dan sus 3 comidas al día y la única que les dan es muy mala? A pesar de que el Ministerio Penitenciario este año aumentó su presupuesto en 31%, no está cumpliendo cabalmente con la dotación adecuada de los recintos. En el caso de la alimentación de los reclusos sigue siendo escasa y deficiente en calidad nutritiva.
No supera los 30 bolívares diarios la asignación para alimentación de los más de 50.000 privados de libertad que tenemos en nuestras prisiones. Como mucho, en la vida cotidiana solo alcanza para un café pequeño. Resulta difícil que con una cantidad similar pretendan darle a los reclusos 3 comidas al día. Ese es el principal motivo de que ingieran alimentos en mal estado.
Igual pasa con los útiles de aseo personal que la ministra Varela ha dicho cantidades de veces que serían entregados a todos los reclusos. Se ha convertido en una promesa más de las tantas que desde el Ministerio Penitenciario se han hecho y que al final no se cumplen.
Nuestros presos no solo viven hacinados como animales, sino que también pasan hambre porque el organismo encargado de alimentarlos no cumple con su responsabilidad.
Fuente: El Nacional
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