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Mientras el mundo entero está pendiente de las palabras del papa Francisco y gobernantes, y gobernados de todos los continentes aprueban los nuevos aires innovadores que recorren el Vaticano, aquí en Venezuela el gobierno chavista hace lo imposible por desprestigiar a la alta jerarquía católica, despreciando sus aportes y sus consejos sensatos para salir de la crisis.
No es extraño que esta reacción oscurantista ocurra en el seno de la camarilla civil y militar que ha conducido a Venezuela al borde del precipicio. Les molesta que en los diez mandamientos católicos exista uno que le viene como anillo al dedo al régimen: “No robarás”, porque desde la cúspide del poder rojito hasta la base ha nacido una intrincada red delictiva que asalta el tesoro público.
Cuando la Iglesia expone su tesis de cambiar el modelo vigente en Venezuela, mete el dedo en la llaga y desata una tormenta de rayos y centellas desde el comando rojo rojito. De allí que el documento recientemente dado a conocer el 12 de enero por la Conferencia Episcopal, titulado “Renovación ética y espiritual frente a la crisis”, haya generado una reacción histérica entre los chavistas, especialmente entre los sectores civiles y militares señalados, supuestamente, como los más corruptos. Lo cierto es que en cada frase de la exhortación se recorre detenidamente la realidad nacional y se recuerda que “la primera parte del año 2014 estuvo marcada por una fuerte agitación política y social”. Luego, a esta situación “se ha unido en los últimos meses la angustia generalizada del pueblo por la crisis económica que sufre, pues se ve sometido a dificultades nunca vistas para tener acceso a artículos de primera necesidad”.
Después de describir certeramente los males que todos padecemos, afirma:
“Esta crisis se acrecienta por la corrupción administrativa, el centralismo, el saqueo de las divisas del Fisco, la reciente baja de los precios del petróleo, y por la ineficacia de las medidas y planes que está aplicando el gobierno para enfrentarla”. A lo que añade: “También nos encontramos en una situación de violencia social cada vez peor”.
La Iglesia Católica propone otra vez el diálogo como la vía para resolver los graves problemas de nuestro país. Para tales fines, “es preciso el respeto absoluto a los derechos humanos y descartar la violencia excesiva.
También es necesario liberar a los presos políticos y no utilizar el sistema judicial para amedrentar e inhabilitar a adversarios políticos. La libertad de expresión y la existencia de medios de comunicación independientes deben ser respetadas”.
Ante la angustiada declaración de la Iglesia Católica, el presidente de la Asamblea Nacional responde con un desplante: “Nuestro saludo al partido de la jerarquía eclesiástica. Inscríbanse en el CNE y presenten candidatos”.
Llamar partido político a la Iglesia de Cristo es de mal gusto e insensato.
La Iglesia siempre ha evitado ser partido político, pero en caso de serlo casi nunca ha perdido.
Fuente: El Nacional
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