La mayoría de los venezolanos no está contenta con ese periplo internacional que se lanzó el presidente. La gente, sin entrar en las agudezas de los analistas internacionales, sabe interpretar cuándo las cosas se hacen bien y cuándo no.
El ciudadano de a pie entiende que esta gira tenía como objetivo buscar dinero. Fundamentalmente, pedir cacao a los grandes del planeta, como dirían en la Colonia en tiempos de auxilios. La sabiduría popular también deduce que cuando se buscan prestamistas, sean locales o internacionales, es porque se está ladrando.
Si hay algo que se escucha en las colas frente a los mercados y supermercados por estos días es la arenga de la gente: ¡Aquí nosotros pelando y Maduro y Cecilia viajando! La observación popular es válida. ¿Qué sentido tiene en medio de esta crisis abandonar el barco hundiéndose y convertir el viaje en un show mediático con un séquito de más 150 personas que incluyó familiares cercanos?
Maduro recurrió una vez más a los expedientes de su antecesor, al que trata de imitar en todo, incluyendo el dejo cubano y el “¿Mhmmm?” que tantas veces se escucharon en sus interminables peroratas. También el presidente eterno se lanzó en 2002 en un viaje sin programación previa a varios países del Medio Oriente y Rusia en el famoso camastrón, que si mal no recordamos hasta lo dejó botado precisamente en Qatar.
El objetivo era el mismo, precios “justos” para petróleo con la diferencia de que ya el mercado había señalado el aumento de la materia prima del mismo modo que en estos tiempos decide llevarlo a nadar por los predios de los cuarenta dólares por barril.
El viaje a China no alcanzó los objetivos, excepto promesas de cooperación financiera que no es otra cosa que préstamos que la República también tendrá que cancelar. Aunque Maduro asegure que ha “conseguido los recursos necesarios para que el país mantenga su ritmo de inversiones, de importación, la estabilidad económica”, en la práctica el país verá que nada de eso es cierto.
Venezuela ha perdido su “punch” en los escenarios internacionales y sus socios y acreedores saben que financieramente está en uno de sus peores momentos. Ni siquiera los chinos, que también están en el borde de una posible crisis financiera según distintos analistas, están dispuestos a rasgarse la vestidura por Caracas.
Esa gira internacional comenzó mal. Primero tremendo desplante en Rusia que trataron de enmendar con el regreso del presidente para la foto oficial con Putin. Se fracasó en la convocatoria para una reunión extraordinaria de la OPEP cuyo objetivo primordial era el aumento de los precios del crudo y se prohibiera el uso del petróleo como arma económica, que es precisamente lo que ha hecho bien este gobierno en los últimos tiempos.
Tenía razón Maduro cuando le dijo a uno de sus ministros que él no sabía nada de diplomacia cuando asumió el cargo de canciller. La mala noticia es que después de tantos años no ha terminado de entender la médula que rige la relación entre los Estados en un mundo globalizado.
Cort. El Nacional
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