Xabier Coscojuela/TalCual
Que la gira fue un fracaso lo corroboramos el pasado sábado luego de escuchar al presidente Nicolás Maduro a través de la consabida cadena de radio y TV. Ya sabíamos que no había logrado el dinero fresco suficiente que tanto necesita para medio parapetear el desastre de las finanzas públicas.
Que los acuerdos alcanzados fueron insignificantes para la salud económica del país, pero algunos tenían la esperanza que el tiempo que transcurrió montado en el avión le serviría para reflexionar y enmendar la plana de los errores cometidos, pero qué va, nada que ver con eso. Afirmó que había que profundizar el modelo. Fracaso total. Se perdieron esas horas de vuelo también.
Llegó acusando a diestra y siniestra. La tomó con los distribuidores y mayoristas. No dudamos que haya quien esté pescando en este río revuelto que es la economía nacional. No estaría ocurriendo nada nuevo bajo el sol. En todas partes del mundo en situaciones difíciles siempre hay unos vivos e inescrupulosos que se ducto 100% estatal desde siempre. Lo extrae Pdvsa, empresa que se lo aprovechan de las circunstancias. Pero aquí la mayor responsabilidad del desabastecimiento y la escasez es de Maduro y sus colaboradores. Veamos algunos ejemplos.
El gas es un provende a las distribuidoras, las cuales también son de propiedad pública. Pues bien, todos los habitantes de los barrios venezolanos tienen que vivir un auténtico viacrucis para poder comprar una bombona. La escasez se impone y la especulación hace su agosto.
Quien quiera cocinar con gas que se olvide del precio regulado. Ahí no hay Sundee que valga.
Otro ejemplo es el café. La única fase de su producción que no está en manos “revolucionarias” es la de su siembra y cosecha. El resto lo manejan los rojo rojitos. Todas las empresas agroindustriales del ramo pasaron a manos del “proceso” y ahora el café aparece en los anaqueles una vez por cuaresma. De paso, la producción nacional ha mermado significativamente y se tiene que importar, primera vez en la historia patria. La situación de la industria cementera, también estatalizada, es otro ejemplo de fracaso rojo rojito.
Lo mismo ocurre con las empresas productoras de harina de maíz. Más de la mitad del mercado debía ser abastecido por compañías en manos estatales, pero sus marcas están desaparecidas, nadie las ve, su producción es inexistente. Ante su fracaso solo les queda acusar a la única que surte a los venezolanos de ser partícipe de la “guerra económica”. Mienten sin pestañear.
En 2007 decidieron que todo aquel que transportara alimentos debía contar con unos permisos gubernamentales.
En principio la medida solo afectaba a los estados Apure, Táchira y Zulia, pero después la extendieron a todo el país. La excusa era frenar el contrabando, práctica a la que acusaron de ser la responsable de que 40% de los alimentos se fueran al exterior. Mandaron más militares a la frontera y la situación no cambió. Tal vez aumentó el número de contrabandistas.
Con la referida guía la distribución de los bienes de consumo está en manos del gobierno. Ellos son los que deciden su destino y quiénes reciben los productos. Conocen también los puntos de venta y comercialización a los que se dirigen los distribuidores, por lo que deberían saber por qué no llegan a su meta.
Entonces, ¿por qué culpar a quienes no tienen arte ni parte en esta crisis de abastecimiento? ¿Por qué no mirarse en el espejo? Un poquito de sinceridad, señor Presidente. Tómense un “selfie” con sus ministros y luego vea quiénes son los verdaderos culpables de este desastre.
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