Ayer, quienes denuncian un golpe de Estado en marcha celebraron su golpe de Estado. Nosotros decimos que no hay golpes de Estado buenos y malos. Todos son malos.
Quienes traicionaron la Constitución en 1992 están en el poder desde 1999. Ya tienen 16 años gobernando y el balance no puede ser más desolador. A pesar de haber contado con un gran respaldo popular, de haber gobernado con mayoría absoluta en el Parlamento, de haber recibido una inmensa cantidad de miles de millones de dólares, Venezuela se encuentra en una grave y difícil situación política y económica. La “revolución” que encabezara Hugo Chávez y que hoy dirige la dupla Maduro-Cabello no es más que un monumental fracaso. La corrupción, una de las excusas para justificar la felonía, es hoy mucho mayor que la que existió antes de 1999. Los boliburgueses, los bolichicos y los dueños de maletines, han defraudado al país con la complicidad de muchos líderes del “proceso”. Cuestionaron el partidismo de AD y Copei, pero lo sustituyeron con la persecución a todo aquel que disienta del proyecto “bolivariano”. Se rasgaron las vestiduras por el paquete “neoliberal”, pero hoy el país está atrapado en una grave coyuntura económica, más empobrecido, menos productivo y más dependiente de la renta petrolera. El 2014 cerró con una inflación de 65%, si a esto se agrega la escasez y el desabastecimiento que están soportando los más pobres es un verdadero paquete. La pobreza repuntó, a pesar de los miles de millones de dólares que dicen haber invertido en la deuda social. No resolvieron ninguna de las carencias sociales. La educación es de mala calidad, y la asistencia médica pública es precaria. La conmemoración de ayer tuvo una escasa asistencia. Casi pasó por debajo de la mesa. Nada que ver con lo que ocurrió en 1999. La esperanza que fue el chavismo para millones de venezolanos se diluyó. La mayoría del país sabe que son un fracaso.
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