Desmoralización, desaliento, desánimo, desesperación. Esto es lo que quiere lograr el gobierno de Nicolás Maduro entre quienes se le oponen.
Muchas D, pero en ninguna aparece la democracia. Estamos seguros de que desde Miraflores van a ordenar más acciones represivas como la que terminó en la detención del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma.
Sabe el cogollo gobernante que para mantenerse en el poder requiere de la abstención de buena parte del electorado que lo rechaza. Si quienes lo adversan votan, la mayoría del próximo Parlamento será conformada por diputados democráticos.
No olvidamos que sobre María Corina Machado pende una espada de Damocles, un proceso judicial abierto que puede terminar en su detención. También le pueden quitar la inmunidad al parlamentario Julio Borges. Eso está en sus planes. Todo lo que sirva para provocar la decisión de no ir a votar lo van a intentar. El plan no es nuevo, lo vienen ejecutando desde hace meses. Miden el estado de la opinión pública y saben que la mayoría los adversa.
La ratificación de Tibisay Lucena y Sandra Oblitas en el Consejo Nacional Electoral tiene como objetivo promover la abstención.
Ambas rectoras se han prestado, con su acción y omisión, a avalar el uso y abuso de los recursos públicos para favorecer a los candidatos oficialistas.
También están convencidos en Miraflores de que la gestión gubernamental no les puede dar réditos electorales.
Saben que el año pasado fue malo para la mayoría de los venezolanos y que el 2015 no será mejor. No hay que ser un observador muy agudo para llegar a esta conclusión. En 2014 la cesta petrolera culminó con un precio promedio de 90 dólares, pero el costo de la vida tuvo un incremento de 68,5% y los venezolanos pagaron por sus alimentos 102% más que en 2013. Hoy el barril de petróleo debe tener un precio promedio de 50 dólares y la inflación sigue campante. Esta misma semana el gobierno tuvo que autorizar el aumento del precio del pollo y la carne de res. Autorizar es un decir porque ya el mercado los había fijado. A lo anterior hay que agregar que el desabastecimiento y la escasez siguen gozando de buena salud.
Ojo, no estamos diciendo que el mandado está hecho. El control sobre las instituciones oficiales y el nulo escrúpulo para usarlas a su favor hay que tenerlo en cuenta. Así como también que un buen porcentaje de venezolanos sigue identificándose con el fracasado proyecto político que impulsan desde Miraflores.
Caer en la desesperación o en acciones violentas para enfrentar los abusos gubernamentales es lo que quiere el dúo gobernante.
Nada haría más feliz a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello que la reedición de las guarimbas del año pasado. Les permitiría, por ejemplo, decretar un Estado de excepción y con ello suspender las elecciones parlamentarias. Y todo ello dentro de la legalidad. Estamos convencidos de que hasta ese extremo están dispuestos a llegar. Perder el control de la Asamblea Nacional no está en sus planes.
La dirigencia de la MUD tiene una gran responsabilidad entre sus manos. Es un gran paso adelante haber fijado ya las fechas de las primarias para que el pueblo decida quiénes serán los candidatos a integrar la nueva Asamblea. También nos parece muy positivo que no se hayan producido acciones violentas tras la detención arbitraria e ilegal de Ledezma. Ahora toca unificar el mensaje y los objetivos. No se puede seguir como hasta ahora con políticas distintas, con agendas particulares. Todo el esfuerzo debe concentrarse en ganar la mayoría de la Asamblea Nacional. Después de alcanzado ese objetivo se pueden evaluar otros. Hace falta mucha cabeza fría. Las emociones hay que mantenerlas bajo control. Es hora de hacer política con P mayúscula.
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