lunes, 20 de abril de 2015

700 turistas europeos, ahogados al volcar un crucero frente a Malta

Noticia impactante, ¿verdad? Pero tranquilos: el titular es mentira. De ser cierto correrían ríos de tinta en los periódicos durante semanas, se emitirían horas y horas de informativos especiales en todas las televisiones, habría despieces en ellos con pequeñas biografías de todos los fallecidos, el Parlamento Europeo tomaría cartas en el asunto y los gobiernos nacionales también, se cambiarían normas, se establecerían leyes para que esto no volviera a pasar, se revisaría la normativa de cruceros y hasta se modificaría el Padrenuestro o la receta de la Coca-Cola si fuera necesario para que semejante tragedia no se repitiera.

Pero como os digo, el titular es mentira. O al menos, inexacto. Efectivamente ayer murieron ahogadas 700 personas en el Mediterráneo, frente a las costas de Malta. Pero no eran europeos blancos, lustrosos y bien comidos como tú o como yo. Eran negros y eran pobres. Y el barco no era un lujoso crucero de vacaciones como el de la foto de arriba, sino una chatarra flotante sobrecargada como la de la foto de abajo. Del resto de la noticia, todo es cierto. 700 vidas que buscaban un futuro en otro lugar del mundo menos inhóspito que el suyo desaparecidas en un suspiro porque el barco-chatarra donde las habían colocado las mafias asesinas de seres humanos volcó al irse todos a la misma borda cuando apareció en el horizonte un pesquero portugués que acudía en su auxilio.

En este blog hablo de viajes y de turismo. Hablo de cosas banales, intrascendentes y lúdicas a las que una parte privilegiada de la humanidad podemos dedicar nuestro tiempo libre. Pero hoy no me sale hablar de turismo ni recomendar buenos hoteles ni describir rutas maravillosas. Me moriría de vergüenza si lo hiciera.
Hoy me sobrecoge la pena de ver como mientras unos podemos cruzar los mares bebiendo champán en camarotes con aire acondicionado, los desheredados del África subsahariana -pobres entre los pobres- mueren por miles cada temporada ahogados a las puertas de nuestra casa intentando encontrar una vida más justa para ellos y para sus hijos.
Sé que la solución al problema no es fácil. Aunque combatiéramos a esas mafias (que no lo hacemos), aparecerían otras. Mientras haya demanda habrá asesinos malnacidos dispuestos a poner la oferta. También sé que la solución de África no es que todos se vengan a Europa.
La única solución para África es que los países ricos se decidan a invertir en futuro para los habitantes de ese continente. Que unamos nuestros esfuerzos para crear infraestructuras, empresas, colegios, hospitales y empleo en África. Y además lo hagamos usando cauces no gubernamentales: el mayor enemigo de todos esos desheredados de la Tierra no son la olas del Mediterráneo; son sus propios gobernantes, corruptos e ineptos hasta límites insospechados que llevan décadas viviendo a costa de sus pueblos.
Pero soy pesimista y sé que pedir esto es como un brindis al sol. Mañana, pasado mañana a más tardar, esos 700 “turistas” negros y pobres habrán pasado a la hemeroteca. Ya nadie se acordará de ellos y nosotros y nuestros gobernantes volveremos a las pequeñas miserias diarias de nuestro mundo placentero y organizado.
Pero si quieres ayudar sin necesidad de que tu gobierno se decida a hacerlo antes hay mucha gente anónima, muchas ONG's, muchas asociaciones sobre el terreno trabajando por la dignidad de esos seres humanos. Y puedes ayudarles ya, ahora mismo, sin esperar a que la Asamblea General de la ONU se reúna para mirarse el ombligo. Es decisión tuya.
¿Cuántos parias hacinados más deberán morir ahogados en un barco-chatarra a la vista de nuestras playas para que tomemos conciencia de que este SÍ es nuestro problema, el de todos?
Lo dijo hasta el Papa: “Eran hombres y mujeres como nosotros. Buscaban la felicidad”
Perdonad la digresión. Pero hoy no podía hablar de turismo.
Cort. blogs.elpais.com

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