Este sistema, que ya se aplicó en 2010, a través del cual se privilegian unos circuitos con determinada conformación social y/o política para favorecer a una determinada corriente, no es precisamente un invento venezolano sino que es una importación... del imperio mismo!
ENRIQUE OCHOA ANTICH/TalCualDigital
Se ha anunciado un recálculo en la cantidad de diputados que arrojarán algunos circuitos electorales de cara a las elecciones parlamentarias. Sobre el particular, se ha producido un alboroto en particular en las redes que juzgo exagerado.
Y la exageración viene de parte de una cierta oposición a la que en alguno de estos "Catalejos" califiqué de suicida pues, con sus posturas y su discurso, a veces se provoca a sí misma debilidades electorales innecesarias. Lo que algún político venezolano llamó "auto-suicidio". Veamos.
Sí, se ha producido una modificación en cinco (5) circuitos. Todo con base al índice poblacional que el Instituto Nacional de Estadística presenta al Parlamento para su consideración y, en caso de no tener objeciones, refrendarlo.
Es entonces cuando va al CNE. Así que el primer error es creer que es en el CNE donde se produce el cambio pues, en realidad, el que se produce en el índice poblacional aprobado por el INE y refrendado por el Parlamento es el que provoca entonces, y sólo entonces, el cambio propiamente electoral (cantidad de diputados que elige un circuito, por ejemplo), lo que sí debe hacer el CNE.
Muchos han expresado dudas acerca de la base técnica que el INE utilizó para el recálculo del índice poblacional. De modo que se trata de un punto cuyo escrutinio público debe ahondarse hasta donde sea necesario.
Pero de allí a suponer, como también muchos han dicho, que todos los circuitos están alterados de modo que algunas fuerzas políticas puedan asegurarse la victoria electoral, y decirlo con escándalo, constituye un flaco servicio que se le hace a quienes, para ganar, necesitan de la más alta participación electoral y para los que perder 5 o 6 puntos puede ser la diferencia entre ganar o perder en muchos circuitos.
La verdad es que son sólo cinco (5) los circuitos y cinco (5) los diputados afectados. Un 3 % de los 165 diputados que conforman la Asamblea Nacional.
Es decir, queda un 97 % (¡97! %!) de diputados, 160, en los que, con los mismos circuitos de las elecciones pasadas, será elegida la misma cantidad de diputados. Pareciera entonces que no es tan grave la situación y que quien tenga fuerza suficiente para ganar puede hacerlo.
Además, pareciera que quienes se ponen las manos en la cabeza y se lamentan por lo que consideran un fraude anticipado, olvidan algo elemental: si eventualmente quienes eran mayoría se convierten en minoría y viceversa, eso querría decir que muchos de quienes votaban por aquéllos ahora votarán por éstos, luego en muchos donde antes ganaban quienes ganaban ahora podrían ganar quienes perdían.
Porque justamente la política, en particular la política electoral, es fluida, en ella las simpatías se movilizan, y ninguna votación es dura más allá de un cierto porcentaje que casi nunca trasciende el 30 %; lo demás, esa parte que le permite convertirse en mayoría más allá del 50 %, suele estar conformada por electores poco leales, en todo caso nunca leales eternamente, que se expresan más por su situación material, por sus intereses, y cuyas preferencias electorales muy pocas veces se determinan por razones ideológicas.
Cuando se logra conquistar esa mayoría, bien sea por apoyo a una opción que captura los sueños del pueblo o porque el rechazo a una determinada gestión se encarna en un hartazgo político que se expresa electoralmente, ninguna cambio de técnica electoral consigue impedirlo, a menos que sus propios portavoces cometan errores de mucha monta.
A Chávez en 1998 pretendieron frenarlo con el cambio improvisado y sorpresivo de las reglas de juego, al adelantar la elección de gobernadores y del Congreso separándola de la presidencial, bajo el supuesto de que al perder la primera, habida cuenta de su escasa presencia orgánica regional, también perdería la segunda: todo fue un error de cálculo y Chávez ganó de calle.
Por cierto, y dicho sea de paso, este sistema, que ya se aplicó en 2010, a través del cual se privilegian unos circuitos con determinada conformación social y/o política para favorecer a una determinada corriente, no es precisamente un invento venezolano sino que es una importación... del imperio mismo!
Fue en los Estados Unidos, en esa democracia que a pesar de sus peculiaridades nadie discute como tal, donde a principios del siglo XIX, Elbridge Gerry, gobernador de Massachusetts, concibió y aplicó por primera vez esa técnica, a la que de hecho se conoce en la teoría electoral como gerrymandering.
Técnica que, dicho sea de paso, se ha aplicado en otras democracias occidentales.
De modo que unas elecciones se ganan con votos. Quien sabe que es mayoría, no boicotea su propia votación con desencantos inútiles. El sistema electoral, con estos u otros circuitos, es suficientemente seguro como para que la voluntad popular se exprese claramente. El voto, y no la abstención, es el camino.
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