lunes, 13 de abril de 2015

En la cumbre: Una caja de resonancia/VenEconomía lunes 13abr15

Por: VenEconomía
Este sábado concluyó la VII Cumbre de las Américas, que se celebró en Panamá con la asistencia de 34 presidentes y jefes de gobierno de los 35 países del hemisferio. (La única que faltó fue Michelle Bachelet de Chile.)


El lema de la convocatoria fue: “Prosperidad con equidad: El Desafío de cooperación de las Américas", cuyo objetivo final era establecer una agenda común para ayudar a mejorar la vida de los pobres enlas Américas.

Lamentablemente, no fue posible que la Cumbre arrojara un documento final debido a la falta de un consenso que hubiese permitido incluir en el  documento una solicitud de derogatoria de la orden ejecutiva de Barack Obama contra siete funcionarios venezolanos violadores de los derechos humanos y hechos de corrupción, como exigieron los gobiernos de Venezuela y varios de sus aliados en la región.

Así, el anfitrión de la VII Cumbre y Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, emitirá un informe final con los acuerdos convenidos entre los gobernantes asistentes. Un procedimiento similar seguirán los relatores de las diferentes mesas de trabajo que se realizaron en la Cumbre, debido a que las visiones encontradas de los participantes impidieron la unanimidad en las decisiones. De nuevo privaron los intereses mezquinos de ciertos políticos al mando de algunos países.

Partiendo de estos dos hechos de falta de sindéresis de los gobernantes y sectores radicales podría concluirse que la Cumbre no arrojó los resultados esperados por los organizadores, dado que no se estableció una agenda conjunta y consensuada para que los pobres de la región tengan opción a una mejor calidad de vida.

No obstante, esta Cumbre pasará a la historia del Continente por un hecho político aún en pleno desarrollo, y sobre el que falta que pase mucha agua bajo el puente: El retorno de Cuba a una Cumbre hemisférica, luego de 53 años de haber sido expulsado de la OEA a solicitud de Venezuela, debido a los intentos fallidos de Fidel Castro de invadir al país. Cuba fue protagonista, tal como lo había planeado Raúl Castro. Sin retroceder un ápice en su injerencia en los países de la región, ni aminorar la dictadura que impone a los cubanos, surgió en la cumbre como un igual a gobernantes electos democráticamente. Con sus más de 45 minutos de discurso, sus palabras de elogio a su nuevo mejor amigo Obama, y su ambivalente posición frente al discurso antiimperialista de Nicolás Maduro, Raúl Castro afianza su liderazgo en los gobiernos de Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Argentina, y pelea con Obama por el Caricom.

También pasará a la historia por varios hechos trascendentes que se convertirán en caja de resonancia para la defensa de la democracia en las Américas.

Uno es la anotación de varios tantos que logró Barack Obama. Con un mensaje integracionista, igualitario, no injerencista logra abrirse espacios en la región que habían descuidado gobiernos anteriores. Consolida la decisión de poner fin a la guerra fría con Cuba. Con esa carta en la mano, y sin una oposición a su orden ejecutiva contra funcionarios de Venezuela, se alza con la bandera de adalid de la democracia y defensor que no dará espacio a la violación de los Derechos Humanos en los países de la región. Además de ladrarle en la cueva a los Castro y a Maduro al tenderle la mano para abrirle camino en materia energética al Caricom.

Otro hecho de vital trascendencia se concretó extramuros de la Cumbre: La Declaración de Panamá. Una Declaración sin parangón en la historia democrática de la región, firmada por 25 ex presidentes de Iberoamérica, de diferentes tendencias políticas pero con verdadera convicción de demócratas. Esta declaración plantea con claridad meridiana la cara antidemocrática del Gobierno de Nicolás Maduro. Y aunque sus secuelas aún están por sentirse, ella sembró un hito en la defensa de la democracia y los Derechos Humanos en Venezuela y en el Continente.

Menos importante, quizás, es el hecho de que Maduro no pudo entregar su millón de firmas ni a Obama ni a nadie.

Igual de importante, es que los gobernantes asistentes y la comunidad internacional pudieron oír sin cortapisas a las ONG defensoras de los Derechos Humanos, a la sociedad civil venezolana, a los afectados por la persecución política. Y también pudieron corroborar los talantes violentos y excluyentes de los represores de Cuba y Venezuela, representados por grupitos tarifados.

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