lunes, 13 de abril de 2015

“Muchos médicos se van"

Con más de 40 años en el oficio, el pediatra Amadeo Leyba asegura que Venezuela está viviendo “la peor crisis de salud en muchos años”. Médico del JM de los Ríos y presidente del Hospital de Clínicas de Caracas reconoce que tanto en los hospitales públicos como en las clínicas privadas se resiente la escasez de fármacos y equipos.
“La fuga de cerebros para mí es el problema más grave; los insumos pueden aparecer mañana, pero cómo se recupera un médico que pasó 10 años actualizándose y ahora está laborando en el extranjero”
ELIZABETH ARAUJO/TalCualDigital
Ya se ha dicho hasta cansarse que ni la inflación ni la escasez piden carnet político, aunque al gobierno le haya dado por exigir a los consumidores la partida de nacimiento, huellas dactilares o cédula de identidad. Pero entre esa vasta multitud humana que espera y sufre callada, pagando con su silencio los efectos de una política económica desastrosa, emerge un sector de la población que resiente doblemente su condición de pobre: el paciente de los hospitales públicos.

Amadeo Leyba conoce al detalle la crítica condición de la salud pública en Venezuela, ya que por más de 40 años ha ejercido como médico pediatra, profesor universitario e incursionado inclusive en la política. Y aunque en la actualidad preside la junta directiva del Hospital de Clínicas Caracas, en su agenda no excluye la visita diaria al hospital J.M. de los Ríos, al cual ingresó como médico recién gradudao y terminó por asumir su dirección.

De hecho, el doctor Leyba continúa con sus consultas en el Hospital de Niños. De hecho, confiesa, “salgo destrozado, sin comprender cómo, con tantos años en el oficio, me afecta ver a niños a quienes no se les puede realizar examen de heces o tratarles una dolencia abdominal, porque no hay equipos, ni medicamentos. Solo la entrega del personal médico y de enfermería de ese hospital evita que esta crisis no desemboque en cifras fatales”.

–¿En qué condición se encuentra hoy la salud pública en Venezuela?
–Duele decirlo, pero la situación actual de la salud pública en el país es muy crítica. Lamentablemente, Venezuela está atravesando la peor, quizás una de las más graves crisis de salud que haya tenido en su historia contemporánea. Un hecho incomprensible en un país petrolero y de enormes potencialidades. Una crisis que se traduce a veces en algo tan elemental como no conseguir papel para secarse las manos. Y no hablo solamente de los hospitales públicos. Imagínese que en el Hospital de Clínicas Caracas tenemos los dos servicios más importantes, como Cardiología y Neumología, trabajando a media máquina. No se puede hacer cateterismo. Y al no hacerse cateterismo, el paciente infartado no recibe el tratamiento indicado. Hay en el laboratorio una cantidad de exámenes que no podemos hacer por la carencia de reactivos; pruebas hormonales para tiroides; para diabetes; anticuerpos para enfermedades. Ahora, imagine cómo será en el Hospital de  Niños, en el cual también presto mis servicios. Allí, la situación es peor. En algunas oportunidades hemos tenido pacientes que no consiguen los productos para hacerse el examen de orina o de heces.

–¿Qué factores confluyen en esta crisis?
–Aquí hay que hacer la observación de que en este escenario convergen tres factores que conforman una “tormenta perfecta”: No hay un proyecto a mediano y largo plazo; existe una fuga jamás vista del personal profesional (médicos, enfermeras, técnicos, etc), hacia otros países; y se está registrando un alarmante desabastecimiento de equipos e insumos con un gran deterioro de la estructura física hospitalaria, aunado a una baja en la prevención (hoy no tenemos vacuna contra la lechina). A esos problemas, agréguele los costos de cualquier servicio, que han llegado a ser a veces imposible de asumir. En el JM de los Ríos, por ejemplo, hay un ascensor que se dañó casi totalmente y la única empresa capaz de de reactivarlo cobra 18 millones.

–¿En su experiencia como médico no había visto situación semejante?
–Nunca. En mis más de 40 años de servicio nunca había estado frente a una situación igual, de la cual por cierto tampoco escapan las instituciones privadas.

–¿De qué manera se traduce esa escasez y desabastecimiento de equipos y medicamentos?
–La escasez nos lleva a una medicina en retroceso. Calculo a unos 30 o 40 años. Es inconcebible que no podamos atender infartos agudos por falta de contrastes para el cateterismo o hacer cintilograma óseo para detectar metástasis óseas en el cáncer, por ponerte dos ejemplos.

–En el caso del Hospital de Clínicas Caracas, que usted preside, ¿cómo se ve afectado?
–El Hospital de Clínica Caracas ha sido un hospital de punta, de alta tecnología. Bueno, muchos de nuestros servicios están afectados por el desabastecimiento. Quizás el de mayor grado es el de Medicina Nuclear, tan necesaria para diagnosticar y tratar el cáncer. Igual nos pasa con los antibióticos de nueva generación y drogas para enfermedades endocrinas y el propio cáncer. El déficit de contraste no es sólo del Hospital de Clínicas Caracas sino de casi todas las clínicas privadas y también de los hospitales públicos de Venezuela, ya que ningún distribuidor ha podido importar estos contrastes y lamentablemente el país no los produce.

–¿Cómo cree que se solucionará la actual crisis de salud?
–Soy pesimista, no tanto por el desabastecimiento de insumos, equipos y medicinas o por la limitante de renovar la tecnología, ya que esto puede solucionarse a corto plazo con medidas adecuadas. Mi preocupación viene dada por la fuga del recurso humano. Primero fue con el personal médico. En los últimos años han sido más de 60 accionistas del HCC, todos sin excepción de altísima preparación con postgrado en los mejores hospitales del mundo. Un solo ejemplo demuestra el tiempo de preparación de uno de ellos: Hizo especialización en Medicina Interna, luego de Hematología-Oncología y terminó especializándose en Trasplante de Médula Ósea; estos son estudios de postgrado de 9 años. No será fácil este reemplazo. Luego tuvimos gran migración de personal gerencial (nuestro administrador, la jefa de sistemas, el jefe de programa de sistematización,  la asesora de farmacia y mezclas, la ingeniera encargada del programa de control y gestión de calidad, etc.) tuvieron ofertas tentadoras de trabajo. Para terminar este drama confrontamos actualmente la salida de un recurso tan importante como es el de enfermería. Países como Ecuador necesitan  el personal de Enfermeras Pediatrías para disminuir la tasa de mortalidad infantil. Se hace muy cuesta arriba competir con estos países latinoamericanos donde el sueldo para estos profesionales está alrededor de los 3.000 dólares mensuales.

–¿Cuál ha sido el lado bueno de esta gestión?
–En los dos períodos que me ha tocado dirigir esta clínica he sido un abanderado de las mejoras de todo tipo para nuestros trabajadores y empleados, para el 16 de abril ellos tendrán un nuevo aumento del 30%, el cual sumado al 10% concedido en febrero da un total del 43% de aumento del sueldo básico. Hemos querido compensar el efecto inflacionario que aqueja al país y solidarizarnos con una mejor atención en salud a través del trabajador bien remunerado.

–Un tema en el que ha insistido es el abandono del país de especialistas altamente valorados. ¿Hasta qué punto esta fuga de cerebros afecta la calidad de vida de los venezolanos?
–La fuga de cerebros para mí es el problema más grave de la tormenta perfecta. Los insumos pueden aparecer mañana o los repuestos de equipos, pero cómo se recupera un médico que hizo especialidad en Medicina Interna, luego Hematología y Oncología y se perfeccionó en Trasplante de Médula Ósea (10 años) y por la situación país y hospitalaria está laborando en el extranjero.

–Si usted fuera hoy ministro de Salud ¿cuáles serías las cinco áreas a las que usted le daría la mayor prioridad?
–Si fuera Ministro, tuviera que ser sincero en no aceptar porque el problema es de un modelo y proyecto, no de una persona. El modelo sería a corto, mediano y largo plazo  donde todo los elementos como medicina primaria, y preventiva, ambulatoria y hospitalaria deben ser coordinados e integrados. No descuidaría bajo ningún pretexto el recurso humano. La estructura, los insumos  y la tecnología deben ocupar parte necesaria en cualquier proyecto y buscaría los “mejores” para dirigir esta misión sin importar su pensamiento político.

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